Para empezar este análisis, se hace necesario comenzar definiendo qué es la comunicación política. Este concepto hace referencia al estudio, manejo y facilitación informaciones, ideas, propuestas y acciones a través de los actores políticos medios de comunicación tradicionales (Periodico.Televisión, etc.), así como agencias e instituciones especializadas sobre temas, electorales, y de las instituciones públicas o de gobierno.
En cuanto al Marketing Político, casi todos los especialistas del tema, coinciden en que el término nace en el siglo XX, y que sus antecedentes se encuentran en la definición de «Marketing Social realizada por Philip Kotler, para describir la aplicación de los principios y técnicas del marketing en favor de una causa social, una idea o un comportamiento social.
Para B.I Niwman, el Marketing Político es la aplicación de principios de mercadotecnia y procedimientos en las campañas políticas de varios individuos y organizaciones. Es decir los procesos involucrados que incluyen el análisis, desarrollo, ejecución y gerencia de campañas estratégicas de candidatos, partidos políticos, gobiernos, lobismo y grupos interesados en influenciar la opinión pública, dar avance a sus propias ideologías, ganar elecciones y hacer legislaciones en respuesta a las necesidades y requerimientos de personas selectas.
Víctor Herrera Michel, lo define como el conjunto de técnicas, empleadas para influir en las actitudes y las conductas ciudadanas a favor de ideas, programas y actuaciones del organismo o personas que poseen el poder y que intentan mantenerlo, consolidarlo o aspiran a conseguirlo.
Por su lado para Jean-Marie Cotteret, considera el marketing político como la utilización de las técnicas de la comunicación en la lucha por la conquista del poder. Pero para Zorio Pellice, el marketing político aborda la satisfacción de las necesidades, deseos, preferencias, motivaciones y perspectivas del electorado y de los componentes de la organización política, el aumento de la calidad de vida de una comunidad y la obtención de una determinada cuota de poder, justifican social, cultural y económicamente la existencia y supervivencia de la organización.
De todas estas propuestas de definiciòn del tema, se puede observar que existe una confusión conceptual, pues mientras el primer autor limita la aplicación del marketing al plano electoral, y todas sus acciones y actividades que de el se desprenden, el segundo involucra tanto actividades electorales, como no electorales. En este punto es necesario establecer la diferencia entre el Marketing Político y Electoral.
El teórico Denis Lindon establece una diferencia terminológica entre marketing electoral y marketing político. Sostiene que el marketing político, se refiere al conjunto de teorías y de métodos utilizados por las organizaciones políticas y los poderes públicos para definir y llevar a cabo sus objetivos y sus programas, e incidir en su comportamiento.
Por su lado, el marketing electoral constituye un desprendimiento del marketing político, cuya finalidad es ayudar a los partidos políticos y a los candidatos a concebir y realizar una campana electoral eficaz que les permita lograr sus objetivos de lograr el poder o la posición política aspirada. Esto significa que el Marketing Electoral, no se encuentra vinculado a la tarea de elaborar propuestas de gobierno, ni a que el gobierno tenga una buena imagen, de percepción e interacción con la ciudadanía.
Otra diferencia entre ambos conceptos la encontramos en el margen de tiempo en que funciona uno y otro. Mientras que la función del marketing electoral termina con la campaña, resulte ganador o no el candidato. El marketing político continúa aplicándose, ya desde el poder, a través del gobierno que se instales o en los partidos fortaleciendo sus vínculos e interacción con los electores y simpatizantes. .
Para el autor Federico Rey Lenno, el marketing político es una filosofía creativa, ya que los niveles de competencia del mercado político, y la saturación de publicidad e información y las similitudes de discursos y propuestas obligan a los equipos estratégicos de la campaña o de las instituciones públicas a explotar sus mayores niveles de creatividad, de producción de contenidos estratégicos para posicionar y distinguir sus propuestas.
En síntesis, el Marketing Político y Electoral se complementan. Cuando concluye la campaña, y si se logra la victoria del candidato, entra en función el marketing institucional, gubernamental o público, para diseñar e implementar una estrategia de comunicación efectiva, dirigida al ciudadano, con la finalidad de que el ex candidato, ahora convertido en funcionario público, a través de una comunicación estratégica dirigida a la ciudadanía y sus votantes, para garantizar que estos reciban y perciban que está cumpliendo sus promesas de campaña y sus ejecutorias llenan sus expectativas, construyendo de esa manera su buena imagen como funcionario o como institución o gobierno. La autora de este artículo es abogada y politóloga. Directora de Comunicación Estratégica y Mercadeo Político (CONSERCA).