El Marqués constitucional

El Marqués constitucional

En sus orígenes, al administrador de una marca dentro del imperio Carolingio le calificaron de Marqués, y con el paso del tiempo, se asoció como sinónimo de opulencia, pero la etapa de vulgarización redujo las ínfulas nobiliarias de sus beneficiarios provocando un aterrizaje en el ámbito de la cultura popular. De ahí que Charles Perrault, en su obra El Gato con Botas, demostró que hasta el hijo del molinero se hizo pasar por el Marqués de Carabás. Desde siempre, en la madre patria, la frase de “vivir como un marqués” revela tendencias hacia una vida caracterizada por excesos. Y cuentan la fascinación de algunos afrancesados, exhibida en el mundo de la literatura por el Marqués de Sade, al que una vida libertina protegida por la sombrilla del conocimiento nunca imposibilitó disfrutar del insigne título.
1,372 ciudadanos poseen la categoría de Marqués. Ahora bien, se torna tan seductor el título que por los predios de una isla colocada en el mismo trayecto del sol, muchos alegan lo favorable de ejercer los hábitos porque para los fines prácticos, “es lo importante”. En el afán de seguir el instinto de los colonizadores, cinco siglos pasaron, y los dominicanos avanzamos por los senderos de la institucionalidad calcando e interpretando a nuestra conveniencia avances fundamentales. En el ámbito constitucional español, básicamente en la formulación de aspectos nodales, tienen tanto en las decisiones jurisprudenciales como en las características de integración de su cuerpo directivo una raíz esencialmente democrática y progresista.
Desdeñando manías propias del marquesado, allá el órgano constitucional elige con bastante apertura cada tres años al presidente del pleno mediante el voto secreto de sus miembros. Y lo traumático en la patria de Duarte, reside en las piruetas argumentales de juristas que esconden en un secretismo cómplice el estatus de beneficiario de un contrato muy singular porque tolera la doble condición de igualado y litigante. Y en el trayecto, se garantizan decisiones favorables amparadas en las redes de complicidad que se disgustan cuando sus dislates se conocen en los medios de comunicación. ¡Más bueno que es así!
La protección nobiliaria parece incubarse en el clan de actores que activan sus circuitos con el clarísimo interés de preservar la presidencia del tribunal a uno de los “suyos”. Mantienen un muro de silencio, y la estructura mediática, a fuerza de notas de prensa no responde cuestionamientos éticos, lazos íntimos en la nómina, categoría jurídica usurpada, contrataciones dudosas y comportamientos lastimosos, procurando la gracia del mandatario que observa al marqués constitucional, buscándosela como un toro entre auxilios empresariales e inauguraciones de hotel. ¿Cabildero, también?
De lo que se trata es de hacer del pontificado constitucional una instancia de verdadera transparencia y honestidad en capacidad de resistir el escrutinio de la sociedad. Allí donde se alberga el cuerpo de profesionales para ordenar el ejercicio de los derechos fundamentales conculcados no puede desarrollarse un tinglado de complicidad que ausculte, dicte y ordene al resto, pero inobserve excesos que el día que toda la ciudadanía conozca los detalles, entenderá la carga simbólica de haberse quedado en las instalaciones de una entidad pública orquestada para estabilizar precios y garantizar mercados populares.
Los retardos en la entrega de información pública y el ingenuo interés en presentar listado no los contratos completos, señalan el temor de que se conozcan detalles de casi 6 millones de pesos en el tercer congreso de justicia constitucional, la contratación de abogados externos para la defensa del juez-presidente ante el recurso interpuesto por la Fundación Primero Justicia, la contratación artística de 5.3 millones, rastros familiares en la nómina, un exquisito infodocumental a un costo de 9 millones de pesos y el alegato de mantener en silencio el contrato de servicios después de un traslado táctico a la Cancillería por razones del corazón. ¡El marqués necesita una estructura glamorosa financiada con fondos de todos los ciudadanos!
Ahora que todos los caminos conducen a construir la gracia y bendición alrededor de la cabeza institucional del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), evoco la frase de Danilo a su padre Sebastián, en Espigas Maduras, de Franklin Domínguez: “Todos nuestros pecados son tuyos/ Tú nos hiciste seres cobardes e irresponsables”.
¿Merece 6 años más en la presidencia, el Marqués constitucional?

Publicaciones Relacionadas

Más leídas