El pasado martes, con motivo del aniversario de la Lotería Nacional, en una solemne misa oficiada por monseñor Jesús Castro, obispo de Higüey, me permití hablar de incompatibilidad de ideas y metodologías, algo que aprendí el año 1961. Se trata de las incongruencias que se produjeron entre los grupos estudiantiles emergentes. Todos jóvenes y desde diferentes ópticas o líneas de pensamiento. Que aún coincidiendo de forma general con más o menos los mismos objetivos, no se ponían de acuerdo y permitieron que se perdiera muchísimo tiempo en disputas internas, en vez de dedicarse de manera conjunta a erradicar ideas y metodologías trujillistas.
Esa idea la escuche cuando el rector de la UASD Julio César Castaños Espaillat, que producto del movimiento universitario fue seleccionado, expresó algo que le había escuchado decir a otro amigo y compañero de trabajo, Ramy Lugo Caamaño. Explicaba Castaños, que la gente comúnmente hablaba de incompatibilidad de caracteres respecto a problemas familiares o matrimoniales. Pero que entre humanos, en cualquier actividad y con diferentes enfoques, se produce ese otro tipo de incompatibilidad.
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Porque no todo el mundo entiende, sean dirigentes o funcionarios, que se pueden tener diferencias de enfoques, aún teniendo objetivos similares. Lo que puede ocurrir en organizaciones democráticas y en Gobiernos que respetan el libre ejercicio de las ideas como el que tenemos. Porque en las organizaciones de corte totalitarias o en sistemas políticos similares, se imponen criterios a rajatabla sin tomar en cuenta opiniones divergentes. Se trate de temas que tengan que ver con la nación o que involucren diferentes sectores e intereses.
Los Gobiernos que buscan conciliar intereses, aún teniendo como único norte el bien común, colectivo o de las mayorías, escuchan opiniones diversas. Tanto del sector oficial como de los grupos privados, que comúnmente tienen más diferencias entre ellos, en virtud de los intereses que se mueven. Pero el eclecticismo, como práctica democrática permite encontrar posibles soluciones.
Sin embargo, en ocasiones se pueden presentar incompatibilidades de ideas y metodologías a lo interno de las organizaciones o los gobiernos que provoquen tranques, pero mediante el eclecticismo pueden resolverse.
Cuando las diferencias de ideas o metodologías se producen a lo interno de una organización o un Gobierno acerca de algún proyecto específico, y además se le suman o agregan las diferencias e intereses de grupos privados, entonces el asunto puede tornarse más complicado. En esos casos, sobre todo los mandatarios, aplicando la formula ecléctica y actuando en base al principio del bien común, pueden tomarse más tiempo del que algunos sectores puedan esperar. Y ese escenario, pienso yo, se parece al que encuentra el presidente frente al tema de los juegos de azar.
Por eso expresé el martes, que frente al tema de los juegos de azar, el proyecto de ley de juegos y el destino de la Lotería Nacional, como decimos en la iglesia: que nadie se turbe y que nadie se espante, que el Consejo Consultivo de la Lotería que encabeza el arzobispo Francisco Ozoria, tiene fe en que Dios iluminará al presidente Luis Abinader a tomar a su debido tiempo la decisión adecuada.