El marxismo y el capitalismo en la Historia

El marxismo y el capitalismo en la Historia

Tirso Mejía-Ricart

En estos tiempos de crisis de valores y de fracasos de gobiernos de izquierda, así como de los modelos que han dicho representar, se ha evocado a Carlos Marx como responsable de los horrores que han estremecido a la humanidad desde su célebre Manifiesto del 1848, porque su doctrina comunista fue utilizada muchas veces para imponer dictaduras de partido terminó generando frustraciones, violencia y guerras.
Si nos atenemos al juicio de un distinguido periodista y diplomático que en 1500 palabras no dedicó una línea entera a reconocer los aportes de Marx al pensamiento universal, ese “personaje de espanto”, solo mereció una colección de calificativos y chismes familiares que nada tienen que ver con sus aportes a los avances de la sociedad mundial.
Por supuesto que al marxismo, como toda teoría social y económica, hay que evaluarla en el contexto de la realidad socioeconómica de su tiempo (el siglo XIX), en el que un capitalismo brutal beneficiaba exclusivamente a unos cuantos de los beneficios de la revolución industrial, con la explotación de la clase obrera, que pagaba los errores de una dinámica financiera y social que generaban crisis económicas recurrentes.
En realidad, las ideas igualitarias que planteó Marx y Engels eran conocidas en la antigüedad clásica, con figuras como Demócrito, Platón, Aristóteles y autores modernos como Campanela, Moro, Owen y muchos más, dieron paso a una interpretación de la naturaleza y la vida económica y social, que tuvo sus virtudes y defectos.
Pero no pueden atribuirse a su sola influencia las guerras y tragedias del siglo XX; como no puede culparse al cristianismo de las conmociones y destrucción del mundo antiguo, sino a la esclavitud que este logró eliminar a gran parte.
Efectivamente, la actualización, la revisión de la dialéctica hegeliana, la interpretación de la base material, la economía y la lucha de clases que reivindicaron Marx y Engels, y de racionalidad producto de lucha de los sectores populares, se llevó de encuentro a gran parte del servilismo y todavía esclavista que encontraron, aunque el dogmatismo y el totalitarismo que propulsaron los ejecutores del “socialismo real”, contribuyeron a las barbaries del pasado siglo; aunque siempre menos que la brutalidad de las tiranías derechistas y fascistas que impusieron el trabajo semi esclavo en gran parte del mundo. Pero el mundo capitalista con su “estado de bienestar”. También se benefició de la amenaza que representó para ese sistema de explotación, tales como la seguridad social, la limitación de las guerras de conquista imperialistas y las ayudas técnicas y financieras que surgieron tras la segunda postguerra del pasado siglo, solo fueron posibles por la existencia del bloque soviético, por la rivalidad internacional que este despertó.
Es evidente que el marxismo convertido en biblia para justificar el continuismo en el poder y la creación de una nueva clase dominante de burócratas y militares, no fue capaz de adaptarse a la revolución tecnológica que solo la libertad y los rápidos cambios en la producción y las finanzas; además de los cambios en la composición social que estos generaron. Pero el mundo de hoy, no obstante sus grandes problemas, le debe mucho a los aportes de Marx y de Engels al pensamiento y a la praxis política de la realidad actual.

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