Grabada en la memoria nacional quedó la planeada pose de saltar el charquito aquel del presidente Danilo Medina para accesar a una Visita Sorpresa, que se iniciaban justo en esa época, que hoy todos conocemos la resultante de un colosal desperdicio de recursos del contribuyente por carecer los destinatarios de crédito bancario, con el pivote del continuismo, el clientelismo y el populismo.

Saltos son los que todos tenemos que negociar para alcanzar otra orilla de nuestro pan nuestro de cada día que consiste en superar las dificultades cotidianas y retos de la sobrevivencia, recordando a Arnold Toynbee, postulante de que en la vida todo, se contrae a retos y respuestas.
“Harás lo que hay que hacer, o no serás nada”, sentenció el libertador e Argentina, Chile y El Perú, general José de San Martín, ícono preferido del suscrito desde los diez años.
El charco más amplio, como un reto a su palabra de 20l5 de no optar reelegirse, instaurando en la Carta Magna el “nunca jamás”, tiene por delante, hoy, el presidente Medina en estos momentos de alta expectativa y tensión nacional, que debió por delicadeza, ahorrarle a sus gobernados
La hidra maldita de la reelección, conforme un rápido arqueo por internet a Pedro Santana, Buenaventura Báez, Ulises Heureaux, Horacio Vásquez, Rafael Leónidas Trujillo y Joaquín Balaguer, demuestra claro, que en realidad ha causado más estragos y desgracias al país que todos los fenómenos naturales que nos azotaron.
Todos, nunca se saciaron de la glotonería de poder y la megalomanía que condujeron a la arbitrariedad y los excesos, ingredientes nodales del despotismo, la corrupción, el descarrilamiento de la gobernanza, la asfixia de la disidencia, y el colapso de la democracia.
Ese es el charquito que enfrenta Danilo, hoy.