El mayor  Ernesto Pérez y la señorita Petit

El mayor  Ernesto Pérez y la señorita Petit

Luego que la Coalición Patriótica de Ciudadanos lanzara la candidatura presidencial  Trujillo-Estrella Ureña, el 28 de marzo de 1930, el oficialismo decretó un estado de sitio en todo el territorio nacional y reprimía a los simpatizantes de la Alianza Nacional Progresista, compuesta por seguidores de Horacio Vásquez y de Federico Velásquez.

 A Montecristi fue enviado Ernesto Pérez, un sanguinario mayor del Ejército, íntimo amigo del general Trujillo, quien junto a Rafael Vidal Torres y Roberto Despradel, fueron los responsables del  envío del material de guerra a Santiago, durante el movimiento cívico del 23 de febrero.

Ernesto Pérez había sido degradado y expulsado  por el presidente Vásquez, el  9 de enero del 30, por haber “observado una conducta impropia de un oficial del Ejército”, cuando en abierto reto a las autoridades, a la sociedad y a la justicia, raptó a la menor Ozema Petit,  perteneciente a una honorable familia montecristeña, que se resistió a sus afectos eróticos.  (La señorita Petit, era nieta de Mr. M.T. Petit, quien  había sido agente consular de Estados Unidos y presidente de la Cámara de Comercio de Montecristi).

Cuando se produjo el rapto, la noche del 29 de diciembre de 1929, el vicepresidente José Dolores Alfonseca, ocupaba la Presidencia interina de la República.

Tan pronto cayó el Gobierno de Vásquez, Trujillo ordenó al presidente Estrella Ureña la restitución del mayor Pérez a su antiguo grado en el Ejército, lo que el  gobernante materializó mediante el decreto número 1262, del 11 de marzo del mismo año 1930.

De nuevo con su uniforme y medallas en  pecho, el militar volvió a Montecristi a buscar a la inocente señorita Petit, pero la familia había sido advertida del sentimiento cavernario de Pérez, y con el concurso de amigos y vecinos cercanos pudieron embarcarse en una goleta rumbo a Haití, bajo una lluvia de balas de sus persecutores.

El libro “Trujillo, un Monarca sin corona”, del doctor Euclídes Gutiérrez Félix, narra así los pormenores del caso: “La señorita Ozema Petit,  acompañada de hermanitas y amigas, regresaba a su casa después de participar en la retreta  en la plaza de recreo de Montecristi, y el mayor Pérez la siguió y la obligó, revólver en mano, a montar en su automóvil. A los gritos de la joven y de sus compañeras, claramente oídos por sus padres, el militar emprendió una violenta carrera con su presa por toda la región, con el propósito de escapar a la persecución.

 En la noche de Año Nuevo, Pérez estaba en Dajabón, donde en convivencia con la guarnición militar, retuvo a la joven como prisionera, desafiando a las autoridades civiles que hicieron esfuerzos por rescatarla. La madre la pudo visitar en la tarde del día 2 de enero, en la casa del oficial comandante de la plaza,  a quien requirió la libertad y entrega  de su hija, pero el mayor Pérez, agarrando a la joven por un brazo, se negó a cederla a menos que los padres consintieran en el casamiento. Ozema había sido amenazada de muerte si intentaba irse con sus padres”.

En horas de la tarde del mismo día 2 de enero, Pérez, temiendo la ira del pueblo, viajó con su presa a la capital buscando la protección del general Trujillo, que ya estaba enterado del caso, y quien, de manera irresponsable, comunicó a Mr. Cabot, que “Ozema se había ido con el mayor Pérez voluntariamente”.

 Después de un largo peregrinaje y de sufrir y padecer la indiferencia y las evasivas del presidente Vásquez y del vicepresidente Alfonseca, los padres de Ozema lograron una entrevista formal con  Mr. Cabot, quien de inmediato logró que la joven les fuera entregada. Acto seguido   partieron para su pueblo natal, en compañía del secretario de Agricultura y connotado  opositor de Trujillo, don Rafael Espaillat, y de dos ayudantes militares, fuertemente armados, quienes fueron instruidos de dispensar la mayor protección y  seguridad a la familia Petit.

Mientras tanto, el ex mayor Pérez se mantuvo en la Fortaleza Ozama, bajo la protección de Trujillo, vestido de su uniforme y con los  honores de su cargo, hasta que se materializó el golpe contra Horacio.

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