El mayor patrimonio social de la mujer

El mayor patrimonio social de la mujer

Tiene un enorme sentido la lucha tanto de las feministas como de las mujeres en general y, desde luego, el de una gran cantidad de hombres que han luchado y luchan por los derechos de la mujer y por su integridad y bienestar físico psíquico y espiritual. Porque lo femenino es lo civilizado, es la ley, la sinovia de la convivencia (el amor sostiene el techo de la primavera, dijo Neruda).

Pocas cosas hay tan hermosas y venerables en la creación como la mujer. En los templos se observa que hay una proporción mucho mayor de mujeres que de hombres, y  pienso en la estupidez de los machos de perderse del mensaje de salvación (y un cielo  lleno de mujeres).

La mujer es el ser que suaviza el mundo, el que enseña y predica el amor, de lo cual hace su misión principal y es su principalmente fuente de poder, influencia y estatus, por su capacidad afectiva más que por su poder de seducción.

Careciendo de musculatura se hace hábil en persuasión, en palabras blandas y sonrisas. No así el hombre quien se especializa en la coerción mediante el músculo, el dinero, la demagogia y el fusil.

Por eso, la mujer no sólo promueve las buenas maneras, el trato cortés y civilizado,  sino que exigirlo, para ella, es cosa de vida o muerte, su único patrimonio social y político. Si bien la crueldad psicológica del hombre puede destruir moralmente a una mujer, solo la crueldad física produce los altos niveles de feminicidio a que hemos llegado. De ahí, que más que nunca las mujeres dominicanas están en actitud de rechazo al machismo y  todo lo que se le parezca. Eso lo saben los promotores de productos de consumo masivo,  especialmente de belleza. Aun Lilís y Trujillo se esmeraban en la delicadeza de palabras y modales. (“El fuerte hágase suave con el débil”).

La mujer no rechaza el carácter viril, ni la autoridad del varón, pero sí la brutalidad del macho. Comúnmente la rudeza de palabra es producto de la inseguridad masculina acerca de sus atributos  de varón. La grosería o la incontinencia verbal no necesariamente son rasgos del varón, sea caudillo, rey, dictador o militar. La violencia masculina, la grosería verbal, están probablemente asociadas a la incapacidad de persuadir o de conquistar de un varón que tiene bajo ingreso o estatus, o carece de inteligencia emocional.

Una baja autoestima lo hace sentirse fácilmente amenazado y frustrado, lo cual lo induce a los celos y a la agresión física de su novia o cónyuge.   La mujer admira y respeta al varón que no la ofende “ni con un pétalo de rosa”. Y desdeña y teme al que la hace sentir que sus defensas no funcionan, que peligran su integridad física, su estatus, o sea, sus  prerrogativas de persona y de mujer. El varón ha de cuidar palabras y gestos, si aspira a ganar su admiración, su amor, o su voto.

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