¿Cuál sería el reto mayor que nos enfrenta hoy en día? ¿Acabar con la guerra? ¿Conservar el medio ambiente? ¿Eliminar la pobreza? ¿Lograr gobiernos justos, honestos y competentes? ¿Curar epidemias?

La buena noticia es que ya se sabe mucho sobre como resolver cada uno de esos problemas. La mala noticia es que existen impedimento fatales para llevar a cabo las soluciones conocidas.

No se acaba con la guerra porque se cree que el hombre por su naturaleza belicosa, está predispuesto a la violencia. No se conserva el medio ambiente porque no se entiende que se debe dar prioridad a desincentivar la contaminación. No se elimina la pobreza porque a los que tienen dinero y poder no nos importa. Los gobiernos del mundo están a la par de las expectativas de los pueblos.

Aun cuando sea cuestión de vida y muerte, estamos poco dispuestos a cambiar nuestros estilos de vida.

En una palabra, el reto mayor que nos enfrenta es mental. Por un lado, queda al descubierto dondequiera que el mundo que hemos creado está lamentablemente defectuoso pero por otro lado tememos las consecuencias de los requeridos cambios drásticos.

Por ejemplo, el planeta está dividido en naciones dispuestas a defender su soberanía a toda costa. Esto ha resultado en una serie de guerras devastadoras, grandes y pequeñas, con decenas de millones de muertos, miles de millones de civiles afectados, países enteros arruinados. Parece que el ritmo va acelerándose. Sin embargo, cualquier propuesta que las naciones trabajasen en conjunto queda descartada de plano. El miedo a los riesgos es mayor que el deseo por la mejoría.

La gente reacciona al mundo de acuerdo a su percepción de él. Si los marineros españoles del siglo XV creen que la tierra es plana, se quedan cerca a sus costas, no importa que la tierra de hecho sea redonda y existe un mundo nuevo más allá del horizonte. Para convencer a la gente atreverse a lograr lo mejor, primero hay que inducir un cambio mental.

Hace más de 30 años, Thomas Kuhn definió un «paradigma» como el modelo mental que determina los problemas que son admisibles y cómo se resuelven. Cuando aparecen problemas que no se prestan a las soluciones bajo el paradigma existente, que se llaman «anomalías», entonces surge una «crisis» en el paradigma porque su insuficiencia ha quedado manifiesta. Entonces, se proponen una serie de paradigmas diferentes hasta que se encuentre uno que resolver la anomalía y, de ñapa, explica porque el paradigma anterior quedó corto.

Estos artículos se basan en la premisa que la situación caótica del mundo en la actualidad se debe a que estamos en el medio de una crisis de paradigma, donde las soluciones que funcionaban más o menos en los siglos anteriores no bastan para las condiciones del Siglo XXI. Estamos frente a un cambio radical en la suerte de todos los habitantes de Planeta Tierra, hacia una unidad fundamentada en la justicia. El primer cambio necesario en este proceso es un cambio mental.