El médico en la encrucijada del Covid-19

El médico en la encrucijada del Covid-19

Patólogo forense Sergio Sarita Valdez.

La pandemia que desde finales del año 2019 empezó en una remota provincia de la República Popular China, se extiende ya por todos los confines de la tierra, afectando a mas de 2.5 millones de seres humanos teniendo en vilo a la humanidad completa. Hasta que no consigamos una vacuna efectiva contra esta nueva variante de Coronavirus la prevención mas efectiva será evitar el contagio a través de una prolongada cuarentena y la separación física de aproximadamente dos metros de distancia entre individuos, así como impedir todo contacto directo de las manos con material contaminado y no tocarnos la cara con las mismas.

El personal sanitario, en especial médicos y enfermeras enfrentan una situación ético moral de suma relevancia que se podría resumir en una frase: Con Covid-19 o sin Covid-19 debemos atender a pacientes.

La doctora Lisa Rosenbaum en un artículo publicado en la revista científica The New England Journal of Medicine correspondiente al 17 de abril de 2020, titulado “Los efectos de la pandemia en pacientes sin Covid-19, el número de víctimas no contabilizados”. En el trabajo ella recoge los comentarios de diferentes especialistas consultados en relación de los cambios que ha sido necesario realizar en los protocolos de manejo en la practica regular de cardiología, cirugía, oncología y la atención primaria. Relata que muchos pacientes en condiciones de emergencia deben esperar por los resultados de una prueba de Coronavirus. De igual manera quedan suspendidas las cirugías electivas y otras no muy urgentes son pospuestas. Las terapias combinadas de radioterapia, quimioterapia y cirugía para enfermos de cáncer estas sufriendo modificaciones para adaptarlas a las circunstancias nuevas surgidas a consecuencias de la emergencia mundial. El seguimiento de afecciones crónicas con tratamiento ambulatorio está siendo realizado por medio de conversaciones telefónicas o de vídeo llamadas. Sin embargo, la virtualidad no siempre sustituye el cara a cara real que ofrece la visita personal al consultorio médico.

Algo común y preocupante tanto para el enfermo como para el facultativo es el miedo que tiene mucha gente de visitar las emergencias de clínicas y hospitales.  La vacilación en trasladarse a una sala de urgencia por parte de un cardiópata con dolor precordial pudiera costarle la vida. Algo similar pudiera sucederle a un diabético, hipertenso, o una embarazada que amerite ser visto por su médico. Los casos pediátricos son un serio problema pues los padres temen sacar sus niños del hogar ante el temor del contagio.

Los trastornos emocionales están a la orden del día. El insomnio, los trastornos del apetito, la ansiedad, la incertidumbre social y económica, los conflictos hogareños de pareja y de los niños sin colegio, son motivo de angustia y sufrimiento que afectan a la salud. Saber que es muy probable que se requiera mas de un año antes que envejecientes y personas vulnerables a la patogenicidad del virus estén a salvo, es otra causa inquietud familiar.

Las últimas generaciones de médicos y enfermeras no se habían expuesto a una situación de salud tan larga, delicada, complicada y riesgosa para ellos y sus seres queridos. Se requiere de mucho temple y sensibilidad social para tener el coraje y la valentía de servir a los demás sin temor a que como resultado de dicha misión se nos vaya la vida. En la batalla contra la pandemia de seguro habrá héroes y mártires como en toda guerra.  

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