El médico y la salud pública

El médico y la salud pública

Mejoras sanitarias y epidemiológicas suben media de vida en EUA

A finales de la década de los noventa del recién pasado siglo XX y siendo José María Figueres Olsen el presidente de la República centroamericana de Costa Rica, me tocó la honra de representar a nuestro país en una reunión de trabajo de la Organización Panamericana de la Salud.

Fue en ese ambiente tecnocrático durante la hora de almuerzo cuando escuché la interesante anécdota que de inmediato relato.

Nos contaba el colega médico y ministro de Salud de la nación anfitriona que recién designado como miembro del gabinete gubernamental fue convocado a un encuentro con el jefe de Estado.

El mandatario costarricense era hijo del legendario líder don Pepe Figueres, figura emblemática de la izquierda democrática latinoamericana, recordado por los dominicanos por su apoyo a la lucha contra la dictadura de Trujillo. Narraba el ministro de Salud que el gobernante le solicitó enunciar de manera reducida su pedido más fundamental y urgente en el área sanitaria.

En ese momento epidemiológico la morbilidad infantil y adulta por enfermedad diarreica aguda era prioridad urbana nacional. Fue bajo esas circunstancias que el ministro de Salud planteó como único punto de urgencia en la agenda sanitaria el dotar a cada hogar de agua potable las 24 horas sin interrupciones. Con esa única medida se resolverían un sinnúmero de problemas de la población.

Un cuarto de siglo después y antes de que nos invadiera la pandemia del coronavirus podemos girar las manecillas del reloj en reversa y pasar revista a las diferentes autoridades pretéritas del tren ministerial que hemos tenido para ver si el tema agua ha sido prioridad uno A en su programa de gestión. El mayor esfuerzo del pasado era en la asistencia hospitalaria ahora a cargo del Sistema Nacional de Salud.

No hay totalidad absoluta enuncia el filósofo. Nada malo que no tenga algo de lo opuesto, lo bueno. La pandemia de la covid-19 es la desgracia sanitaria mayor que ha llegado al mundo en el presente siglo.

Dentro de lo bueno está el habernos obligado a todos los trabajadores de la salud, incluyendo por supuesto a los profesionales de la medicina, a valorar la importancia de conocer el ABC de epidemiología y de Salud Pública para enfrentar con éxito al coronavirus.

Las Escuelas de Medicina tradicionalmente han concentrado su pensum en atender al enfermo, muy poco sigue siendo el contenido referente a mantener saludable a la familia y con ella a toda la población. Cada galeno desde el médico general hasta los especialistas debe dominar los fundamentos sanitarios y epidemiológicos si quieren ejercer en sus respectivas áreas adaptados a la pandemia.

La revista médica The New England Journal of Medicine ha empezado a publicar a partir del día jueves 5 de agosto de 2021 una serie de capítulos básicos de Salud Pública con la finalidad de ampliar la visión de generalistas y especialistas para que vean al individuo como un ser social cuyo bienestar físico, mental y emocional depende de dónde, cómo y entre quiénes se desarrolla: techo, alimentación, educación, comunicación, transporte, ambiente familiar, empleo, seguridad y capacidad financiera, entre otros.

El individuo no es un simple ser biológico, es un producto social resultante de una compleja ecuación orgánica, social y política. David J. Hunter autor del primer capítulo afirma que los 30 años extras agregados a la media de vida estadounidense son hijos de las mejoras sanitarias y epidemiológicas introducidas.

El individuo es un producto social resultante de una compleja ecuación orgánica, social y política

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