El medio ambiente en la Constitución

<p>El medio ambiente en la Constitución</p>

JOSÉ ENRIQUE BÁEZ UREÑA, M.S.C.
La nueva Constitución de la nación dominicana deberá ser el rostro del pueblo dominicano, mirando fijamente hacia el medio ambiente, en donde crecerán sanos y sabiamente nuestros descendientes.

La nueva Constitución ha de contener la visión definitiva de nuestra nación sobre la gestión, el manejo y uso sostenible de nuestros recursos naturales renovables y no renovables.

Es de vital prioridad que la nueva Constitución defina como imprescindible la formulación y aplicación del Plan de Ordenamiento Territorial de la República Dominicana, como instrumento – guía fundamental para el diseño e implementación de políticas nacionales, regionales, locales y sectoriales.

Consignar la soberanía total sobre los recursos genéticos de flora y fauna existentes en el territorio dominicano, deberá ser un elemento de primer orden en la nueva Constitución.

La nueva Carta Magna ha de servir para rescatar y revalorizar la mejor y más útil herencia que podemos dejar a nuestros futuros herederos: un medio ambiente limpio, con abundantes recursos naturales, manejados con criterio de sostenibilidad ecológica, en el marco de un desarrollo humano signado por el respeto a la vida, la paz, el bienestar colectivo, y la armonía con la naturaleza.

Garantizar la más óptima calidad ambiental en los espacios donde crece la vida, deberá ser una responsabilidad individual y colectiva.

Es necesario, que el contenido de la nueva Constitución se adhiera al principio que sirve de fundamento al desarrollo sostenible, en el sentido de que el desarrollo humano no se contrapone a la armonía que debe primar en la relación naturaleza-sociedad. Es oportuno aclarar aquí que la supuesta contradicción existente entre el progreso y el equilibrio ecológico, es “real” sólo en la medida en que el individuo o la sociedad que lo encarna propician la explotación y el derroche individual desmedido de los bienes que nos brinda la naturaleza. Es decir, para aquellos que sólo persiguen lucrarse de los recursos naturales y el ambiente, sin respetar las particularidades de los procesos y leyes que rigen en la naturaleza, es obvio que no es posible armonizar sus ambiciones y su estilo de vida consumista irracional con la vida natural.

Finalmente, es importante que nuestro pueblo en general y nuestra clase política en particular, entiendan que el progreso en armonía con la naturaleza es un reto difícil, pero posible.

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