El medio pájaro

El medio pájaro

Recuerdo haber leído hace unos años a un fanático que decía que el pensamiento de Marx es tan complejo que no cabe en el idioma alemán. Decía alemán por decir un idioma, podía ser inglés o francés. Se refería a la complejidad, profundidad y sutilezas del maestro. Por supuesto, esto era un soberano disparate. Cualquier idea se puede explicar hasta con señas si se quiere. Por cierto, más adelante leí a un crítico de Marx que dice que quien quiere ser comprendido debe empezar por explicarse bien. En esto de las ideas hay muchos egos en constante porfía.

Cuando se dice que fulano o zutano es “medio pájaro” la sabiduría popular dominicana responde que no, que eso no es cierto, que no hay medio pájaros. El que es pájaro es pájaro entero. Es lo mismo que una mujer “medio embarazada”. Obviamente, es un giro del lenguaje. Cuando decimos medio pájaro queremos decir un tipo quizás afeminado, fino, con modales exquisitos o un lenguaje demasiado rebuscado. No hablamos necesariamente de su vida sexual, aunque en este plano puede tratarse de que se atreve hasta un punto en la práctica homosexual.

Ciertamente, el lenguaje no lo puede decir todo en una frase, por eso las cosas hay que explicarlas. La eficiencia al hablar, sin embargo, obliga a la confección de etiquetas, convencionalismos, estereotipos. Se pueden criticar todo lo que se quiera pero son inevitables. Si nos pusiésemos a explicar cada idea en cada detalle hasta donde estos lleguen, para decir “buenos días” tendríamos que utilizar toda una mañana.

Caigo con esto en el tema del nacionalismo que ahora está sobre la mesa. Los “cosmopolitas”, es decir, aquellos que se sienten mejor miembros de la humanidad que nacionales dominicanos, se cuestionan las características de la nacionalidad. ¿Qué es ser dominicano?, que para el caso sería la pregunta de “¿qué es ser americano, mexicano, brasileño, etc.? Y esto trae a colación otro problema lingüístico.

Cuando decimos la casa es blanca está claro que el sujeto es la casa y que el carácter de blanco, el color, es un adjetivo, una propiedad de la casa. En términos más generales, la esencia es la casa y el accidente su color. La casa puede ser roja, amarilla o azul, y con el cambio de color no deja de ser esencialmente una casa.

Pongamos las cosas al revés. Si decimos el “amarillo hecho casa” el sujeto es ahora el color amarillo y la casa una forma de este color. La esencia es el amarillo, que puede tomar la forma de casa, carro o perro sin perder su condición esencial.

Ahora resulta que hay un nacionalismo “liberal” y otro “conservador”. Fijándonos en lo dicho antes, parecería que el sujeto –lo esencial- es el nacionalismo, y condiciones posibles –adjetivos- son el ser liberal o conservador. En cualquier caso, lo esencial se tiene que definir sin recurso a sus adjetivos, por eso es esencia. Con lo que no nos resuelve la esencia del nacionalismo.

El truco es claro: arrastrar el nacionalismo “verdadero” al nacionalismo “liberal”. Los nacionalistas conservadores son fanáticos chauvinistas, racistas, xenófobos y demás, ese discurso ya lo conocemos. Los nacionalistas “liberales”, por el contrario, son demócratas a carta cabal, verdaderos humanistas, solidarios y fraternales. En este contexto queda por discutir qué es del mundo y qué es de la nación, dónde está la frontera. De igual manera, qué le deja el mundo a la nación, qué le dejan los otros países. El “liberalismo”, ¿es recíproco? ¿O es de una vía?

Pero ¿liberalismo dijo usted? El liberalismo es la profesión de fe a la libertad, y la libertad se fundamenta sin otras posibilidades en la dispersión del poder. El liberalismo nace como respuesta al poder omnímodo del rey. Pero hay muchos reyes, en particular Dollar the First. Una cosa es el intercambio más o menos libre de las ideas, otra andar por el mundo promoviendo y empujando la fragmentación de los imperios, de los monopolios, de las corporaciones, dispersando el poder. Librepensador y liberal son dos cosas muy diferentes, el primero sólo habla, y generalmente habla lo que no practica.

Con respecto a la Patria, no hay medio patriotas o nacionalistas liberales o conservadores. Se es o no se es. Claro que hay distintas formas de ser lo mismo, pero de ser lo mismo, no otra cosa. Calzarle nombres diferentes a lo que todo el mundo conoce no cambia nada, algunos quieren confundir con malabares semánticos. Es como la madre: puede que no sea muy bella, pero los hijos la ven preciosa. Puede que sea analfabeta, pero los que la quieren saben que para el amor no hay necesidad de letras. Puede que sea pobre, pero un pan entre dos sabe mejor que toda una fortuna solos. ¿El nacionalismo? Es como el amor a una mujer. Dijo el poeta que no se quiere a una mujer porque sea bella o porque tenga fortuna, se quiere porque se quiere. Esto es lo que les falta a los nacionalistas “liberales”: amor a lo propio, aunque no sea lo mejor del mundo.

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