El mejor amigo del presidente Leonel Fernández, como el mejor amigo de cada uno, es uno mismo, porque conforme a como predicaba el profesor Juan Bosch, un corazón no engaña a su dueño.
El presidente Fernández sabe a ciencia cierta que no hay hombres sin hombres y también que la coyuntura financiera internacional, idéntico a todos los gobernantes de la aldea planetaria, lo tiene atestado contra la pared y como la arepa en vías de dorarse, candela por arriba y candela por abajo.
Empero, el Presidente dispone de una mayoría bicameral congresional que le consensúa sus proyectos de leyes y dispone de un 54% del respaldo de sus paisanos, muchos de los cuales no militamos en partido político alguno, que le endosamos el espaldarazo para que juntos todos, superemos las dificultades.
Alusivo a que un sector choferil de autobuses y conchos públicos y camioneros insisten en erigirse en dueños del país, el presidente Leonel cuenta con los mecanismos sobrantes para detener y aniquilar el ejercicio del monopolio, prohibido por Título II, Sección I, letra D y numeral 12 de la Carta Magna.
Concerniente a la sofocante y peligrosa presencia abrumadora de nacionales haitianos ilegales en nuestro territorio, el presidente Leonel tiene a su albedrío la Ley 284-05 que regula la política migratoria del Estado dominicano, sin osar alegar que el problema proviene de antes de esa ley y que sus anteriores colegas hicieron caso omiso del problema, porque con el argumento no podrá evadir su responsabilidad y el juicio postrero de la historia, sin importarle cómo actuaron sus predecesores.
Es momento de actuar, no de hablar, y también en relación al desastre llamado OMSA, inquirir a Metro Tours, Caribe Tours, Transporte Espinal, cuál es el censo de su flota chatarra y cuál el de la OMSA, y proceder en consecuencia, y lo condigno con INESPRE, cambiar la ley y colocarlo como dependencia de la SEA con su nueva versión de Mercados de Productores.