El mejor jefe del Banco Central
¿Fue Greenspan el mejor presidente de la FED en EEUU?

<STRONG>El mejor jefe del Banco Central<BR></STRONG>¿Fue Greenspan el mejor presidente de la FED en EEUU?

Alan Greenspan, el famoso ex – presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) dio a conocer recientemente una especie de libro de memorias, titulado “La Era de las Turbulencias, aventuras en un nuevo mundo”.  Este fascinante y provocativo libro es más que un relato de Greenspan (2007) sobre su experiencia como presidente de la FED.

Contiene unas memorias cortas (con la selección de 25 temas) pero reveladoras del desarrollo personal e intelectual de Greenspan, así como sus puntos de vista sobre importantes temas y su visión económica del mundo. El problema ha sido que muchas de sus ideas económicas han causado revuelo en la economía mundial, hasta el punto, de que ha sido cuestionado por mantener bajos los tipos de interés en los últimos años de su mandato y una supervisión de los mercados demasiado floja. Para muchos expertos, estas actuaciones pusieron la semilla en la actual crisis financiera.

Las memorias de Greenspan aparecen apenas dieciocho meses después de que abandonó la FED (tras una carrera que abarcó desde 1987 hasta 2006) con la economía estadounidense en una encrucijada. Este hombre que en su momento fue llamado un “oráculo” cuenta su versión sobre las casi dos décadas al frente de la institución financiera más poderosa del mundo, e incluye sorprendentes ataques al gobierno de Bush. No obstante, sus críticos consideran que mantener las tasas de interés tan bajas por largo tiempo, ayudó a alimentar la burbuja inmobiliaria posterior.

La gestión de Greenspan
Hace unos años, el famoso periodista Martin Mayer (2005), en su libro sobre “La Historia de la Reserva Federal” sostuvo la tesis de que la transformación del panorama financiero en las últimas décadas ha reducido el poder de la FED y, en consecuencia, los medios con que cuenta para moldear lo que pasa en el mercado financiero. Enfatizaba que su verdadera influencia radica en los pronósticos y en las reacciones que la FED puede provocar en los mercados. Por ello, sin ser ciego admirador de Greenspan, Mayer admitió que una de sus virtudes como Presidente de la FED fue haber captado esta faceta  del poder de la institución en el mundo actual.

Ya más recientemente, en un artículo titulado “la ilusión de un banco central independiente”, Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de economía 2001, manifestó que si bien Greenspan alcanzó un estatus casi icónico como gobernador de la FED, una vez su gestión llegó a su fin, se preguntó si habría tenido la economía un desempeño mejor o distinto si fuera otro el que dirigiera la FED. Sostuvo que sin dudas tuvo grandes momentos en su gestión al frente de la FED. Uno de esos ellos fue el colapso del mercado de valores de 1987. Tal vez otro se dio en 1998, cuando disminuyó las tasas de interés ante lo que parecía ser una crisis financiera global inminente. Estos éxitos, combinados con el auge de los 90’s y la aparente durabilidad de la estabilidad de precios, reforzaron el estatus distinguido de Greenspan. Pero también hicieron que muchos se olvidaran de momentos menos exitosos, sobre todo al no lograr evitar la recesión  de 1990-91.

Bajo la gestión de Greenspan, la FED recortó las tasas desde el 6.5% a fines del año 2000, al 1.0% a mediados de 2003. La mayoría de los otros bancos centrales más importantes siguieron su camino, aunque no hasta niveles tan bajos, aparte del Banco de Japón. La FED ha sido insistentemente acusada de mantener las tasas demasiado bajas por demasiado tiempo, mientras buscaba ayudar a la economía estadounidense después del colapso de las acciones de Internet y del golpe que sufrió la confianza tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Pero Greenspan observó en su libro que las condiciones económicas de Estados Unidos aún estaban muy flojas cuando la FED rebajó las tasas al mínimo del 1.0%. Luego empezó a elevarlas un año después, pero incluso entonces, dijo, las condiciones monetarias no favorecían la creación de una burbuja.

Greenspan describe que la burbuja inmobiliaria que se generó entre 2001 y 2006 no había ocurrido únicamente en Estados Unidos, sino que fue parecida a la experiencia en todo el mundo. En cambio, atribuyó la culpa por la burbuja inmobiliaria estadounidense y la crisis hipotecaria subprime a los inversionistas. Específicamente sostiene en su libro que “el núcleo del problema subprime yace en los errores de juicio de la comunidad de inversión”. Dijo que la titulización de las hipotecas subprime se disparó porque parecía  mal valorada y había poca morosidad y pocos incumplimientos de pagos, “creando la ilusión de grandes oportunidades de beneficios”.

¿Mejor o peor?
Richard W. Rahn, Director del Center for Economic Growth se pregunta por qué Alan Greenspan, en su momento, recibió tantas alabanzas y por qué hoy se evalúa insistentemente su gestión. Sostiene que esto se debe a que él cometió menos equivocaciones que sus predecesores en asignarle un precio al dólar. Ese precio es la tasa de interés a corto plazo, o sea lo que los bancos pagan a la FED sobre el dinero que toman prestado. Y en ese sentido, el papel esencial de la FED es proveer una moneda estable; o sea, dinero que ni aumenta de valor (deflación) ni pierde valor (inflación), para que un dólar de hoy valga igual que un dólar en el futuro. Pero veamos la realidad.

Sabemos que bajo un sistema progresivo de impuestos, la inflación es un aumento de impuestos no aprobado por el Congreso. Así, a lo largo de 124 años anteriores a la fundación de la banca central en Estados Unidos en 1913, este país no sufrió de persistente alta inflación.  Pero en los 20 años, de 1965 a 1985, el dólar perdió tres cuartas partes de su valor. Es decir, un dólar de 1985 equivalía a 25 centavos de 1965. Y ya entre 1985 y 2005, el dólar perdió un poco más de un tercio de su valor, un historial también horrible, pero mucho mejor que el de las dos décadas anteriores. Por lo tanto podemos decir que Alan Greenspan fue un mejor presidente de la FED que sus dos antecesores, especialmente Arthur Burns y William Miller. Pero no se puede decir por eso que Greenspan hizo un excelente trabajo.

Joseph E. Stiglitz sostiene que muchas de las fuerzas que estuvieron detrás del auge económico de los noventa, incluyendo los avances en la tecnología, se pusieron en marcha antes de que Bill Clinton llegara a la presidencia (de la misma forma que el legado de los déficits del Presidente George Bush se seguirá sintiendo mucho después de que salga). Así, a Greenspan no se le puede dar el todo el crédito por el auge. Pero, si bien ningún gobernador de un banco central puede garantizar la prosperidad económica, una mala administración puede provocar enormes daños.

Muchas de las recesiones  posteriores a la Segunda Guerra Mundial en Estados Unidos se debieron a que la Reserva Federal aumentó demasiado y muy rápido las tasas de interés.

Pero el verdadero problema para el legado de Greenspan tiene que ver con lo que le sucedió a la economía estadounidense en los últimos cinco años y de lo cual él es responsable en gran parte. Greenspan apoyó los recortes fiscales de 2001 con los argumentos más engañosos, que a menos de que se hiciera algo con respecto a los elevados superávit fiscales de Estados Unidos, la deuda nacional estaría totalmente pagada en unos diez o quince años. Por ello, la gestión de Greenspan será recordada porque deja una economía cargada con altas deudas en los hogares y el gobierno y con un frágil balance general, un legado que ya está contribuyendo a la inestabilidad financiera global.

Todavía no está claro qué fue lo que llevo a Greenspan a apoyar los recortes fiscales.

La cifra

3.03% fue la tasa de crecimiento  económico real promedio entre los años de 1987 y 2006, periodo que abarca la gestión de Alan Greenspan al frente de la FED. En ese lapso, la tasa de inflación anual promedió un crecimiento de 3.1%.

Zoom

Independiente

El argumento a  favor de un banco central independiente se basa en la premisa de no confiarles a los políticos la conducción de la política monetaria y macroeconómica. Alan Greenspan no parece haber sido una excepción. Se mostró tan entusiasta por una política que condujo a déficits elevados como cualquier político. Aunque le dio credibilidad a esas medidas y generó el apoyo de algunos que de otra forma habrían cuestionado su conveniencia económica. Pero las posturas políticas de Greenspan estaban tan tenuemente disfrazadas de conocimientos profesionales que su gestión puso de manifiesto el carácter dudoso de la noción misma de un banco central independiente y un banquero central apartidista. Desgraciadamente, muchos países se han comprometido justamente con esa ilusión.

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