Si bien es cierto que cuanto más pasan los años, las personas experimentan diferentes cambios emocionales que provocan atesorar más las cosas intangibles (que materiales) por su valor trascendental, no menos cierto es que todo varía según las situaciones de cada persona, aunque al principio es el mismo tiempo y distancia la que muchas veces nos hacen apreciar lo que ya no tenemos con nosotros.
No hay dudas de que la sociedad actual de la cual somos parte en general nos requiere tiempo, el cual transcurre tan vertiginosamente, que es posible que poco a poco sea más fácil para algunos atender otras prioridades y postergar las actividades que fortalecen el hogar y la familia. Todo, porque la mayoría de las veces en nuestro diario vivir ni siquiera nos detenemos a reflexionar cuáles son los pilares fundamentales de la formación de nuestros hijos. Las ocupaciones de trabajo y actividades no nos permiten compartir el tiempo necesario con nuestros pequeños y es por esta razón la necesidad de pararse un momento en el camino y pensar en ello.
No existe una cosa más importante después de Dios que el espacio familiar. Pasar juntos en familia es la mejor herencia que le podemos brindar a los niños, ese tiempo compartido es una fuente de felicidad imperecedera que nada ni nadie puede borrar de nuestros corazones. Durante los años, a medida que uno va experimentando las diferentes etapas de la vida, valora en su justa dimensión los momentos que disponían nuestros padres para festejar los logros, cumpleaños, reconocimientos, etc.… hoy nuevamente lo hacemos con nuestros tesoros que han llegado a bendecir nuestra vida, por los cuales es imprescindible establecer las verdaderas prioridades y una de ellas es la familia, ir a la Iglesia, al parque, al campo, provocar cada espacio para disfrutar del tiempo juntos.
Los otros días escuché a alguien expresar que vivimos en tiempos donde la moneda corriente es el consumir, donde reina el “llame ya” y la capacidad de espera va desapareciendo para encontrarnos con seres humanos cada vez más apurados, insatisfechos, inseguros, arrastrados por el rigor de lo próximo, hipnotizados por los cantos de las sirenas de los objetos, de la tecnología que dejan de ser novedosos en menos de un año, en una sociedad individualista y hedonista que rechaza el sufrimiento y voltea el rostro para no ver de frente a la frustración.
Y es por esto, entre muchas cosas más, que nosotros enfrentamos el reto de reclamar que por todas las vías posibles incentivemos con campañas de sensibilización y charlas a los padres, para que tengamos un buen manejo del tiempo, para que lo podamos distribuir correctamente con la familia y el trabajo; sin que afecte a ninguno, y tengamos buen rendimiento en ambos, esto generaría sin lugar a dudas una estabilidad familiar que se verá reflejada en el comportamiento que tengan los miembros de la familia dentro de la sociedad. Otra manera de pasarla en familia y de manera divertida es teniendo momentos interactivos familiares, que tanto empresas y colegios tengan un día familiar o realicen actividades familiares como campamentos, campeonatos deportivos, entre otros, ya que no hay mejor modo de que los niños interioricen momentos especiales que con el juego. Son momentos agradables y especiales que tanto grandes y chicos disfrutan cuyo objetivo es que las familias noten la importancia que tiene el entregar parte de tu tiempo a los que más quieres.