El Memphis en el Placer de los Estudios

El Memphis en el Placer de los Estudios

FERNANDO BATLLE PÉREZ
En una de sus grandes violencias, el Mar Caribe atrapó en el Placer de los Estudios en la tarde del 29 de agosto de 1916 al crucero acorazado U.S.S. Memphis haciéndolo naufragar y encallándolo frente a la costa de la ciudad de Santo Domingo, dramático suceso ocurrido en las etapas iniciales de la 1ra., intervención militar norteamericana de nuestro país en el que perdieron la vida 43 de sus tripulantes y más de 200 sufrieron lesiones de grados variables.

Cuando los primeros marines pusieron pie en tierra dominicana en el mes de mayo de 1916, lo hicieron desde el U.S.S. Prairie, un mercante convertido en transporte y buque auxiliar armado, en el que enarbolaba su insignia el contraalmirante William B. Caperton, así como desde otras unidades menores.

En lo militar y a pesar de la heroica resistencia que grupos de patriotas le opusieron en varios puntos de la geografía nacional, las tropas de invasión lograron con éxito y en un tiempo relativamente breve apoderarse de las ciudades y pueblos de mayor importancia estratégica para ellas. Pero en el aspecto político-jurídico y más allá de las entorpecedoras argucias del ministro William W. Rusell, las cosas no siguieron un curso paralelo ni mucho menos convergente, sobre todo tras la sorpresiva elección por parte del Congreso Nacional del Dr. Francisco Henríquez y Carvajal como Presidente Interino de la República. La resistencia a las exigencias contenidas en la Nota No. 14 del Presidente Wilson, que en pocas palabras implicaban una entrega de “motu propio” de lo que de soberanía todavía le quedaba al país, se convirtió en un verdadero campo de batalla jurídico-diplomático que llevó finalmente a la gran potencia del Norte, exasperada, a declarar formalmente la ocupación en el mes de noviembre del citado año.

Ante la progresiva “malcriadeza” dominicana, más presión se requería, y el U.S.S Tennessee, con su nombre cambiado al de U.S.S. Memphis en el mes de mayo mientras estaba en revisión y reparación en dique, un buque que ya había cumplido rol de “guard ship” en Haití, fue enviado apresuradamente a nuestras aguas, llegando el 23 de julio con una dotación de marines de refuerzo y enarbolando la insignia del nuevo comandante supremo Charles F. Pond, substituto de Caperton. Asumió su papel de buque cabeza de la Flota del Mar Caribe, convirtiéndose desde ese momento, con su amenazante y ominosa presencia en el Placer de los Estudios, en intimidante y sostenida presión hacia el logro de los objetivos buscados por el invasor.

Lo conducía un experimentado oficial, el capitán Edward Latimer Beach, a la sazón de 48 años de edad, graduado de la Academia Naval de Annapolis, hombre de apreciable cultura (novelista), de brillante y ascendente carrera naval, que tenía además, la particular e importante cualidad de poseer una sólida experiencia en asuntos intervencionistas por el destacado papel jugado en la ocupación de Veracruz, México (1914) y sobre todo en Haití, lugar en donde fue, como comandante del Washington, la “mano derecha” de Caperton en las gestiones militares y políticas en tierra.

En Memphis había sido botado en 1904 con el nombre de U.S.S Tennessee.

Fue el primero de una serie de cuatro de la misma clase que conjuntamente con otros seis previos, algo menores, constituyeron un prestigioso grupo dentro de la armada (llamado de los “Big Ten”), un tope en la línea evolutiva de los cruceros de entonces. En ellos la ingeniería naval conjugó propiedades de los acorazados (poder artillero, blindaje, desde luego más limitado) y de los cruceros de línea (velocidad, autonomía), siendo ellos, en las grandes armadas de la época, los “padres” de los majestuosos cruceros de batalla que sobrevinieron después.

Tenía una longitud (eslora) de 502 pies y un desplazamiento neto de 14,500 tonelada (casi 16,000 a plena carga). Disponía de una artillería de cuatro cañones de 10 pulgadas montados en línea de quilla (centro), 16 de 6 y 22 de 3 principalmente en los costados y de cuatro tubos lanzatorpedos sumergidos.

Estaba protegido por corazas de hasta 6 pulgadas, y podía moverse a la velocidad de 22 nudos/hora gracias a los 23,000 HP que producían sus 16 calderas alimentada con carbón mineral, potencia convertida en movimiento rotatorio por dos máquinas de triple expansión reciprocantes impulsoras de sendas hélices. Lo servía una dotación de 900 hombres.

Era, sin lugar a dudas, un poderoso buque de guerra. Pero eso era poco frente a las ocultas fuerzas del Mar Caribe que pronto se abatirían sobre él…

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