El mensaje para los bancos y las empresas de servicios públicos

El mensaje para los bancos y las empresas de servicios públicos

La vida puede ser injusta y a menudo se siente injusta, incluso cuando no lo es. Tanto JPMorgan Chase, las empresas de energía, como Centrica conocen este sentimiento.

Los gobiernos están endureciendo las normas para las industrias reguladas que se basan en el respaldo del Estado, urgidos por sus ciudadanos resentidos.

Los resultados de la alteración de los acogedores arreglos del pasado son impredecibles y pueden también causar dolor en el futuro. Pero las empresas deben adaptarse.

Como siempre, Warren Buffett, el inversionista, lo expresó muy bien en una entrevista con Bloomberg TV: “Tienes que ser como un lobo que se aclara la garganta cuando llega al final . . . no se puede ganar”. Él estuvo presagiando $13 millardos de acuerdos de JPMorgan con los reguladores federales y estatales, suscritos a mediados de noviembre, pero la máxima se aplica por igual a las empresas de energía de Reino Unido.

En todo caso, JPMorgan está saliendo comparativamente de forma ligera. Ha dejado de lado $23 millardos para pagar los costos legales y regulatorios -suficiente para cubrir ese acuerdo y un acuerdo separado con los inversionistas, incluyendo a BlackRock y Goldman Sachs Asset Management-.

La indignación en Wall Street en lo que se refiere a cómo ha sido castigado el banco de Jamie Dimon no se ha traducido en un rechazo el rescate en sí.

Mientras tanto, los seis grandes proveedores energéticos de Reino Unido se enfrentan a una lucha con los políticos que les han obligado a costos plurianuales multimillonarios en libras para reemplazar la energía térmica de carbón con nuclear y las energías renovables y la mejora de la eficiencia energética.

Ellos están amenazados con la congelación de los precios y nuevos impuestos para la transmisión de estos costos y otros a los consumidores.

Los bancos y las empresas de servicios públicos no han llegado a ninguna parte protestando porque están siendo tratados injustamente. Las personas que han sufrido desde la crisis financiera del 2008 no tienen tiempo para las quejas de las empresas que desconfían.

Incluso Dimon, ante la posibilidad de cargos criminales en contra de su banco, ha aclarado su garganta.

Lo que las empresas consideran como “justo” a menudo es diferente de lo que los consumidores creen, sobre todo cuando se trata de un aumento de los precios.

La brecha en la percepción fue explorada por primera vez hace casi 30 años por Daniel Kahneman, ganador del Premio Nobel de Economía, y dos colegas académicos.

Cuando le preguntaron a un grupo de personas lo que una empresa debe hacer cuando un producto escasea –subastarlo al precio más alto, asignarlo por sorteo o pedir a los consumidores que hagan fila- los encuestados eligieron lo último. Sólo el 4% creyó que una subasta, el método más eficaz en la economía clásica, era más justa.

Hay una historia muy larga de las airadas protestas de los consumidores, incluso disturbios, cuando el precio de los bienes y servicios esenciales se eleva, incluso si las empresas están pasando los costos mayoristas. Esto incluye los disturbios por el pan del sur en EEUU a mediados de la década de 1860 y los disturbios recientes del precio del combustible en Sudán.

Los precios del gas y de la electricidad en Reino Unido han aumentado en términos reales en un 41% y 20% desde el 2007, y las políticas de cambio climático, incluyendo un impuesto al carbono en la energía procedente de las plantas de carbón y gas, se añaden a los costes de los proveedores. EDF, la compañía eléctrica francesa, ha garantizado el doble del precio actual al por mayor de la electricidad para construir una central nuclear en Reino Unido.

El 5 de diciembre, George Osborne, el canciller de Reino Unido, ha anunciado una reducción de las tasas medioambientales en las facturas de energía en casa después de que David Cameron supuestamente ordenó a sus ayudantes que “cortaran el tema verde”, pero Ed Miliband, el líder laborista, se ha comprometido a 20 meses de congelación de precios si su partido gana las próximas elecciones de Reino Unido.

Cuando British Gas, una división de Centrica, se aventuró en Twitter para defender sus aumentos de precios previstos, fue llenada de tweets enojados.

Se percibe un problema de legitimidad de los bancos por el apoyo que recibierfon de los contribuyentes en la crisis del 2008 -incluyendo instituciones como JP Morgan que no necesitaban un rescate.

Esto incluyó a la Reserva Federal alentando a Dimon para que comprara a Bear Stearns mediante el apoyo de $30 millardos de sus peores activos.

La mayoría de la gente, con razón, no piensa que fuera justo que los banqueros fueran rescatados de su propia locura de esta manera.

En contraste con esto, la injusticia de hacer sufrir a JPMorgan por la mala conducta de Bear Stearns y de Washington Mutual, la otra adquisición durante la crisis, es un mero saldo contable.

Entonces, ¿qué deberían hacer estas empresas, que no son de confianza para los consumidores, consideradas por los políticos como blancos fáciles, vulnerables a una regulación más estricta y a los abruptos cambios de reglas?

En primer lugar, deben continuar haciendo su caso. No es fácil cuando poca gente quiere escuchar y muchos están enojados, pero necesitan perseverar.

“Sabemos por qué los precios de la energía están subiendo. No es inexplicable. Se debe a que los costos están aumentando”, dice Peter Atherton, analista de Liberum capital. Finalmente, ese mensaje está obligado a asimilarse.

En segundo lugar, deberían ser más abiertos. Los bancos y las empresas de servicios públicos a menudo se benefician de la opacidad en la forma en que comercian y ponen precio a los productos.

Los bancos prefieren los derivados extrabursátiles para el intercambio de contratos negociados, las empresas de energía idean aranceles complejos que sus clientes encuentran difíciles de comparar.

Hay un precio en la confianza del consumidor y la regulación de tales tácticas.

La mejor idea de reforma de los laboristas es moverse al intercambio comercial de la energía al por mayor en lugar de los contratos bilaterales que favorecen a las grandes empresas integradas verticalmente. Si las empresas de energía no tienen nada que ocultar, no deben resistirse.

Por último, tienen que soportar. En lo que a esto concierne, lo peor puede haber terminado para JPMorgan (salvo los cargos penales).

Las compañías de energía estarán en la vorágine por cierto tiempo, pero ningún político quiere hacer su negocio imposible. Las utilidades, después de todo, tienen su utilidad.

 

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