El Metro

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FEDERICO JOVINE BERMÚDEZ
Excavar con la finalidad de construir un sistema de tal naturaleza equivale a construir una inmensa catedral de alto techo abovedado, con una extensión de 10 kilómetros, lineales bajo tierra que en la medida en que se va horadando debe ser apuntalada con enormes contrafuertes de acero y de cemento. Esta perforación practicada en la roca caliza que conforma la plataforma que sirve de sustento a la ciudad generará, por la magnitud de la misma, decena de millones de metros cúbicos de desperdicios.

Estos restos de caliza estaban inicialmente destinados a ser utilizados en la construcción de la isla que iba a ser construida frente al Malecón de Santo Domingo. Al colapsar aquél proyecto y ser sustituido por la marginal que bordea al río Ozama sigue en pie nuestra pregunta ¿Cuántos camiones serán utilizados? ¿Quiénes serán sus propietarios? ¿Se licitará el transporte de los mismos? ¿O será otorgado grado a grado? Quién absorberá el fletamento de la operación anunciada por el ingeniero que sustenta la construcción de la llamada Isla Mágica frente al litoral de Santo Domingo.

El ingeniero Diandino Peña sin dudas está muy compenetrado con su ambicioso proyecto; él avivará razones y tratará de motivar a los segmentos involucrados en el curso de la historia cotidiana. Está en su derecho. No nos oponemos per se. Pero sí creemos que con el dinero a ser utilizado en esta solución U$326.M de un préstamo otorgado por Brasil al Estado dominicano en vez de ser invertido en lo que podría ser un barril sin fondo, debería finiquitar la crisis del parque energético nacional; la solución de los graves problemas de salud del pueblo; la grave crisis de la educación nacional; la habilitación de los puertos a partir del dragado de los mismos; o el saneamiento urbanístico de los barrios que conforman los cinturones de miseria de la ciudad, como ha sido anunciado con bombos y platillos en reiteradas ocasiones.

Males que nos agobian desde los inicios de la nación y que fueron acrecentados por nuestros tiranos; por la Primera Ocupación Militar Americana de 1916; por la dictadura de Trujillo; por la Ocupación Americana de 1965. Y que no han podido ser erradicados por nuestra democracia, que sólo los ha disimulado. Una vez creímos escuchar una cifra como estimado para la solución del sistema de alcantarillado, drenaje pluvial y acueducto a ser habilitados en la zona norte; obra impostergable para la salud de la ciudad, de sus habitantes, de sus ríos y de las aguas adyacentes; y todo se resolvió en la nada porque en esa época como ahora es una solución impensable, no por el monto de la suma involucrada sino porque no se verían ni las tuberías ni los resultados.

Si el presidente Leonel Fernández asume la lucha contra las lacras que nos consumen, habrá democracia, desarrollo y progreso para rato y éstos de seguro que comenzarán a escribirse con las letras de su nombre; creemos igualmente que si nuestro primer mandatario contemplara en forma concomitante el inicio de las zanjas para las tuberías de los drenajes pluvial y sanitario y para el nuevo acueducto de la ciudad, su mando concluirá entre los ¡Hurras! y los ¡Vivas! salidos espontáneamente del corazón del pueblo dominicano.

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