El metro del doctor Montalvo

El metro del doctor Montalvo

LEONARDO DÍAZ JÁQUEZ
El doctor Luis Emilio Montalvo Arzeno, psiquiatra, escribió el pasado 23-12-2005 un artículo titulado «El Metro y la isla», en el cual comienza diciendo que siempre ha sido un colaborador de los gobiernos del PRD, sin ser miembro de ese partido, para evitar tener que sujetarse a directrices partidarias; a seguidas expone que ha encontrado «una mezquina medida en la Alianza PRD-PRSC de oponerse al METRO».

En los párrafos siguientes, el doctor Montalvo dice que «el caótico transporte dominicano requiere de medidas heroicas que tomen en cuenta otras alternativas al margen del petróleo (?)» y que «el gobierno debe mostrar coraje y seguir hacia adelante con el Metro desafiando todos los obstáculos que se interpongan», pasando a justificar las obras que hizo el doctor Balaguer en lo que respecta a la ciudad de Santo Domingo, validando incluso «la devastación acertada que realizó Macorís en la zona norte de la ciudad». Más adelante dice que: «otra cosa es lo de la isla. Pienso que hay alternativas mejores, menos costosas, más acordes con la naturaleza y más rápida para su realización».

La posición del doctor Montalvo es la de un ciudadano que por un lado muestra su impotencia por la falta gubernamental de organizar un sistema de transporte, que es básico para el buen desenvolvimiento de una ciudad como Santo Domingo y al mismo tiempo refleja el punto de vista de alguien que no le gusta el debate de las ideas, pues para él es más importante «mostrar coraje y seguir hacia delante» que tener en cuenta la opinión de los demás, ya que hay alternativas mejores, menos costosas y más rápidas para su realización.

Y es que la posición del doctor Montalvo es muy débil en la defensa del Metro, pues llegar a justificar «las devastaciones de Macorís» (Devastar es destruir un territorio, arrasando sus edificios y asolando sus campos) como fundamento para que se acometa una obra que no estuvo contemplada en la oferta electoral ni en el programa de gobierno del partido en el poder, para la cual no existe una partida presupuestaria, y que según ha explicado el ingeniero Hamlet Herman, no tiene los estudios preliminares ni un diseño acabado que no sea el que tiene el ingeniero Diandino Peña en su cabeza, que por medio de una presentación en Power Point ha pretendido vender como la panacea a los problemas del transporte.

Es bueno señalar que a tan solo media hora de vuelo, en Puerto Rico, se construyó un Metro que rompió todos los récord de costos y tiempos de ejecución; se pudo continuar su construcción porque el Tío Sam decidió aportar fondos federales, de lo que no disponemos nosotros.

Los que nos oponemos al Metro, no es por el Metro en sí, es entre otras cosas, por la manera como se dispone una inversión más que millonaria de los dineros del contribuyente basado en una decisión unipersonal (reitero que el caso del aeropuerto del Higüero es un espejo en el cual mirarnos), sin tener en cuenta la opinión pública y sin oír otras alternativas, como las que dice el doctor Montalvo que existen para la isla artificial. Para el Metro existen como alternativas, entre otras, un eficiente sistema de autobuses, el que solo hemos tenido en escasos momentos, y la del monorriel, sistema que se está utilizando por su bajo costo, poco tiempo de construcción y porque afecta menos el desenvolvimiento de la ciudad en todas sus fases de ejecución.

Debemos y tenemos que dejar a un lado posiciones de fuerza como solución a problemas nacionales o a decisiones que se toman y que se pretenden llevar a cabo sin tener en cuenta la opinión de una parte importante de la población; según la encuesta GALLUP-HOY, el 50% de la población no aprueba la construcción del Metro.

Contrario a lo que ya están diciendo algunos de que la construcción del Metro no debiera detenerse porque la misma ya se inició y que se haría más mal que bien dejar la ciudad con los hoyos que ya se han hecho y las columnas que se han iniciado en la ruta hacia Villa Mella, opino que perderíamos mucho menos si decidimos devolver a su punto original lo que se ha hecho hasta ahora, que continuar con la construcción de una obra de la cual no conocemos un proyecto acabado, ni presupuesto ni tiempo de ejecución. Ojalá que el Congreso no apruebe los fondos que se han contemplado en el Proyecto de Ley de Gastos Públicos para el 2006, ya que es imposible que premiemos la improvisación, la falta de planificación, la violación a Ley Orgánica del Estado, con la creación «medalaganaria» de secretarios de Estado, a la violación de las regulaciones municipales, el retorcimiento de la verdad, cuando se vende un proyecto que sólo existe en una presentación en Power Point y la falta de respeto a la opinión pública, cuando se insiste en no tomarla en cuenta, habiendo expresado su posición por diferentes canales. No me parece pertinente esperar las próximas elecciones para «castigar» a los que detentan el Poder Ejecutivo, pues ya el mal estaría consumado.

El país tiene que tomar un rumbo diferente al que estamos siguiendo y el Gobierno está en la obligación de convertirse en el ente ético y moral que trace la pauta a seguir, pues si no seguiremos trillando el camino hacia las situaciones que se han producido en otros países de la región, como Venezuela, Bolivia, Ecuador, etc.

Cito un párrafo del discurso del señor Presidente de la República en su toma de posesión al referirse a la crisis que estamos pasando: «Hasta ahora, el pueblo dominicano ha sido paciente. Ha tenido una conducta ciudadana ejemplar. Pero no se debe abusar de él. No desafiemos la capacidad de tolerancia del pueblo dominicano.»

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