El metro, la gran apuesta

El metro, la gran apuesta

POR RAMÓN PÉREZ MINAYA
La Presidencia de la República ha propuesto la construcción de un Metro, con financiamiento internacional. Se trata de un trende diez estaciones que se desplaza en dos carriles bajo tierra, el cual vendría constituir una solución parcial al embrollo del tránsito vehicular de la Ciudad de Santo Domingo. Se intenta crear una vía de comunicación desde el norte de la Ciudad hacia sur, a través de la Ave. Máximo Gómez hasta La Feria.

Desde el sector privado se han planteado por lo menos dos proyectos cuyos promotores consideran más convenientes que el Metro en términos de resultados y costos.

Se ha planteado la creación de un sistema de ejes de comunicación de la ciudad con la construcción de nuevas avenidas, túneles, puentes y pasos a nivel, en dirección norte sur y este oeste, que agilizaría significativamente el tránsito de la ciudad y que vendría a ser una solución integral a los graves problemas de tránsito. Esta parece ser la solución más adecuada, por lo menos, en las presentes circunstancias,

Por otro lado, se ha propuesto la construcción, de un Monorriel, que es un sistema de uso cada vez más generalizado en las grandes urbes, que funciona en forma similar al Metro mediante el desplazamiento de vagones de pasajeros sobre carriles metálicos o de concreto elevados a unos seis metros sobre el nivel de la calle, corriendo sobre neumáticos y movidos por motores eléctricos.

Se afirma, y así parece ser, que las autoridades no han realizado los estudios de los proyectos alternativos al Metro, por lo que no están en condiciones de decidir sobre este asunto. Ni las autoridades ni nadie pueden hacer un juicio sobre el Metro, sin evaluar las otras opciones.

A continuación se presentan las aparentes ventajas y desventajas del Metro y el Monorriel, aprovechando las informaciones hechas públicas por los proponentes del Metro y del Monorriel.

1- El Metro frente al Monorriel es una solución más eficiente. Se trata de un medio de transportación, confortable y rápido que no afecta la superficie ni la red vial de la Ciudad. Todo el sistema queda bajo tierra por lo que no se altera el paisaje urbano. Es una solución óptima a la altura de las grandes ciudades

2- En cuanto al costo, tal parece que en las maquinarias y equipos no hay una diferencia significativa entre ambas opciones, la gran discrepancia está en la infraestructura. Aunque en la actualidad hay tecnologías disponibles para taladrar todo tipo de roca e incluso, las maquinarias pueden ser adquiridas y una vez se terminan los trabajos pueden ser revendidas, la construcción del túnel es muy costosa y puede que sea diez veces más cara que la infraestructura del Monorriel.

3- El Gobierno aduce que el costo total del Metro no excede los US$400 millones, mientras que los proponentes del Monorriel estiman el costo total de este último en unos US$300 millones. Sin embargo, existe una fuerte corriente de opinión que asegura que el Metro, de acuerdo con los estándares internacionales, costaría más de US$ 1,000 millones. Este asunto no se puede dilucidar debidamente, en razón de que el presupuesto del Metro elaborado por el Gobierno, es un secreto.

4- Pero lo más importante de todo es que en la perforación de un túnel hay cierto grado de incertidumbre, en razón de que independientemente de los estudios de suelo, nunca se sabe a ciencia cierta el tipo de material y los problemas que se van encontrar en el trayecto de la perforación. Las posibles dificultades que puede enfrentar un proyecto de esta naturaleza pueden ser ilustradas con las experiencias internacionales, sobre todo en los países subdesarrollados donde los accidentes, la ineptitud y la corrupción tienen más presencia. Tal es el caso de Lima, que tiene un metro en construcción que no ha podido ser finalizado. Lo mismo ha sucedido en otras capitales asiáticas y hasta en la opulenta ciudad de Barcelona hubo inconvenientes que detuvieron la obra y suscitaron demandas e indemnizaciones.

5- Por otro lado, en la etapa de construcción, el Monorriel interferiría mucho menos que el Metro con el normal movimiento vehicular y de personas. Asimismo, los costos operacionales del Metro serían más caros debido a que requiere mantener permanentemente un sistema de expulsión y renovación del aire dentro del túnel para evitar que este se llegue a contaminar. Algo similar sucede con la iluminación permanente en vagones, túneles y estaciones.

6- También, la operación y administración del Metro es un asunto mucho más delicado que la del Monorriel, sobre todo en lo que se refiere a la prevención de accidentes.

7- Técnicamente, no parece que habría problemas en ambas opciones, respecto a las alturas y los ángulos de giro que exige la ruta que deben recorrer los vagones de pasajeros.

8- Finalmente, un aspecto de importancia decisiva es que, de acuerdo con los proponentes del Monorriel, éste puede ser construido y operado por empresas privadas internacionales. Evidentemente, si esto es cierto, el Metro quedaría fuera de competencia.

Si las aseveraciones anteriores están cercanas a la realidad, la Presidencia de la República haría una arriesgada apuesta si se decidiera construir el Metro.

Podemos, al término de esta gestión gubernamental, anticipar dos escenarios extremos. La Presidencia de la República, mostrando orgullosamente un flamante y moderno Metro que facilitaría el transporte y la vida a miles de capitaleños, todo lo cual, le acarrearía un enorme crédito político.

O por otro lado, podemos imaginarnos una situación a final de la presente administración, en que la obra esté estancada debido a que se agotaron los recursos del préstamo internacional y que se están drenando las disponibilidades presupuestarias del Gobierno Central. Al mismo tiempo, sectores del tránsito de vehículos y de personas se encuentran empantanados en un enorme embotellamiento, debido a una obra que nunca se termina. Semejante escenario, implicaría que la construcción del Metro, habría metido al Gobierno en un embrollo político y a la sociedad dominicana, en otro hoyo financiero.

Puesta así las cosas, si la Presidencia de la República se decide a favor de la construcción del Metro se estaría jugando el todo por el todo, al igual que un jugador de poker, cuando dice «voy el resto».

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