El Metro y la isla

El Metro y la isla

LUIS EMILIO MONTALVO ARZENO
Siempre he sido un rabioso colaborador de los Gobiernos del PRD y gran amigo de la mayoría de sus dirigentes pero hasta ahora nunca he aceptado pertenecer al Partido Revolucionario Dominicano de modo formal a pesar de las insistentes invitaciones empezando por el propio Peña Gómez, E.P.D. Quizás he temido que me boten en algún momento en que manifieste de manera pública algún desacuerdo con una línea del Partido.

Precisamente ahora he encontrado una mezquina medida que ha surgido de la Alianza PRD-PRSC de oponerse al METRO.

Todos sabemos que el caótico transporte dominicano requiere de medidas heroicas que tomen en cuenta otras alternativas al margen de petróleo. El Metro es una brillante idea no solamente para la capital. El país requiere que se rehabiliten aquellas vías férreas de principios del Siglo XX. No podemos seguir dejándonos manipular de los matatanes que dirigen los sindicatos transportistas a quienes no les conviene lo que conviene al interés nacional. El gobierno debe mostrar coraje y seguir hacia adelante con el Metro desafiando todos los obstáculos que se interpongan. Los enemigos del Metro solo reaccionan por que toca intereses personales o de grupo.

A Balaguer le sobró coraje para construir el túnel de la Núñez, y la extensión de la 27, cosa que si no se hubiera realizado tendríamos una ciudad peor de la que está en cuanto a tránsito. Lo mismo se puede decir de la devastación acertada que realizó Macorís en la parte norte de la ciudad.

El país y la ciudad tienen que progresar aunque levante ronchas.

Otra cosa diferente es lo de la isla. Pienso que hay alternativas mejores, menos costosas, más acordes con la naturaleza y más rápidas para su realización. Por ejemplo, celebro el ambicioso proyecto de Sans Souci con todas sus construcciones y que une la ciudad colonial a través de un nuevo puente y rehabilite el malecón convirtiéndolo en lo más exclusivo de la ciudad capital que motive a los propietarios a la construcción de torres y hoteles tal como se ve en otras grandes capitales.

La idea que claman los promotores de la isla artificial de sanear la playa de Santo Domingo de toda contaminación y de resucitar la Güibia y extenderle desde la estatua de Montesinos hasta el Centro de Los Héroes sería algo maravilloso. Sería una réplica de Copacabana e Ipanema en Río de Janeiro.

Si queremos construir una isla que sea la fantasía de los cruceros ahí tenemos la Saona y la Catalina. El agua se puede llevar por tubería sub-marina desde La Romana. Seguiría siendo un patrimonio nuestro que no altere la soberanía y podríamos vivir prácticamente del turismo que ambas islas nos genere. Pensemos en isla Margarita en Venezuela que tanto turismo le ha dado a esa vecina nación.

Sería un turismo caro orientado hacia el jet set mundial con villas, apartamentos, hoteles, campos de golf, acuarios, ciudadelas indígenas reconstruidas, inventos arquitectónicos que atraerían por concurso a los más grandes genios mundiales de esa rama.

¡Por favor déjennos mirar al mar infinito desde el malecón y si nos agregan una hermosa playa entonces no hay Punta del Este que compita con nosotros!

Nuestras cálidas aguas el año entero llevan años luces de ventaja nuestros competidores de América.

Además en la era nefasta del terrorismo mundial, nuestro país que no se mete con nadie, sería un oasis de paz para los que, además, buscan seguridad 100 x 100.

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