El mágico encanto de la creatividad

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RAFAEL RASUK
La década de los sesenta, como lógica consecuencia de la explosión libertaria nacional, fue pródiga en creatividad en todas las manifestaciones del espíritu.

La sociedad dominicana asistió, a partir de la desaparición de la tiranía, a uno de los movimientos literarios más extensos que se recuerde. Otra generación de autores y escritores, del 1948, había hecho importantes aportes desafiando todo intento opresivo de la época.

Nuestros intelectuales abrieron surcos en el camino escabroso, abonaron terrenos con creaciones literarias de indiscutible calidad y compromiso social.

La publicidad no fue ajena a ese «boom», a ese despertar de las ideas de los años 60, como tampoco la música o la producción en los medios electrónicos, cuando las compuertas de libertad se abrieron.

Autores, productores musicales y creativos en todas las expresiones dejaron positivas huellas con sus mensajes, verdaderas cátedras de decencia.

La grandeza de la obra de Don Pedro Mir, de René del Risco, Marcio Veloz Maggiolo, Máximo Avilés Blonda, Héctor Amarante y otros muchos han sembrado la patria de incomparable belleza literaria.

Bruscos cambios, a partir de los años 80, nos pintan sin embargo un país diferente, amante de la «chercha» y la chapucería, y se nos oferta como una nación bachatera, entregada al alcohol y a la holgazanería.

Las agresiones al buen gusto parecen imponerse hoy. La radio y la televisión han sido inundadas de improvisaciones, carentes del más mínimo apego a las buenas costumbres.

Nadie podrá convencernos de que «eso es lo que vende», que tales mensajes los exigen las llamadas «reglas del mercado» actuales.

¿Es esa la sociedad que queremos legar a las venideras generaciones?   

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