El miedo a la democracia

El miedo a la democracia

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Ya llegó la hora de determinar de qué hablamos, cuando hablemos de democracia. Esta es una tarea urgente y necesaria, ya no se puede seguir contrabandeando con estos principios. Eliminemos ese miedo a la democracia confusa. Recordemos que tras la máscara de muchos líderes se oculta la estafa de la apariencia, porque muchas veces las elecciones no son reales, porque para fundamentar la democracia hay que saber distinguir el Estado, la sociedad política y la sociedad civil, para que no se convierta en una simple reproducción de los intereses económicos tradicionales, para que no resulte una democracia traicionada por aquellos que han sido sus propios valedores, porque sólo han sabido conformarse con los signos propios del poder, dejando que otros incompetentes de hecho lo ejercieran, desarrollando por consiguiente un caciquismo, una mediocridad convertida en una hipocresía política, cosas éstas consustanciales a la democracia, que le dan paso al desarrollo de un Estado moderno y por tanto la negación a una política social decidida que amplíe la clase media e integre a los trabajadores dentro del sistema, todo porque no les conviene comprometerse con cualquier apertura razonable para solucionar los problemas nacionales, podría decirse que estos últimos años nos ha tocado vivir en una libertad traicionada.
Los últimos años, en la historia de la conversión del entusiasmo inicial, después de la caída de la tiranía ha, sido una indiferencia rutinaria, con el apoyo al crimen organizado desde el Estado y la corrupción de todos los estratos de las instituciones hasta abarcar al propio sector privado. Hemos vivido sumergidos en algo parecido a una pesadilla de la cual hemos podido, muy pocos, salir decepcionados por completo, sin rumbo, pero además sin saber a que atenernos.

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