El miedo nos hace ser conservadores

El miedo nos hace ser conservadores

Existe la psicología del miedo. La que nos explica y nos enseña el cómo se llega al miedo, cómo nos enseñan a temer o nos controlan a través de el, o nos manipulan y nos hacen sentir indiferentes, acatados y alienados después de haber asimilado en nuestra vida un miedo tan paralizante que nos lleva a conductas o posturas conservadoras. En la escuela tradicional nos enseñaron que el aprendizaje entraba con sangre y a puros golpes; de ahí muchos desarrollaron el miedo a las matemáticas, la física o la química.

El miedo y el terror fueron las mejores armas utilizadas por las dictaduras para enseñar a las personas a temerle al poder, al dictador, y dejar de ser libres, para terminar siendo aceptado o validado por los grupos que tenían el control del miedo. Un padre dictador, maltratador y distante emocionalmente, controla a sus hijos a través del miedo, pero al final, lo que parecía disciplina se convierte en desconfianza, desafecto, distanciamiento y falta de empatía emocional.

Como pueden reflexionar, el miedo ha guiado y controlado nuestras vidas por siglos; ha sido un método y una escuela que se ha construido junto al temor, la culpa, las frustraciones y el egoísmo que practican las personas menos sanas, o más tóxicas. En una pareja cuando alguien le teme a su pareja, o siente miedo o inseguridad, termina confundiendo si le ama o le teme, y si le teme, pierde la libertad de amar, para convertirse en una relación de amo-esclavo, de sumisión y de una dinámica desigual que termina en la auto-aceptación por el miedo, pero no por amor. El miedo es una emoción tóxica que daña, que lesiona la autoestima, el auto concepto y la propia valía personal; reproduciendo ansiedad, angustia, y una sensación de vulnerabilidad, en el orden social, emocional, psicológico que lleva a la paralización, a la evitación, a la negación o al silencio de expresar o manifestar lo que se siente, ya sea el enojo, la disconformidad, el sufrimiento el dolor o la propia pena muda que desgarra al corazón. En términos sociales, una sociedad con miedo empieza a generar la desconfianza, la paranoia, la individualidad y el temor colectivo que conlleva a tres tipos de comportamientos: 1ro. A desconfiar de su propia posibilidades como grupo social; 2do. Fomenta el auto-concepto negativo de los grupos y por consiguiente la falta de voluntad y de valor social; 3ero. Como forma de subsistencia, la sociedad se divide, se desintegra como grupo colectivo para terminar en el menor social, en el conformismo, el conservadurismo, o en la co-dependencia.

El miedo es un aprendizaje socio-cultural, que se aloja en las amígdalas cerebrales para quedar almacenado junto con las emociones negativas; para liberarse desde el sistema límbico y bloquear las funciones ejecutivas de la corteza pre-frontal. Así termina el miedo, paralizando, bloqueando o anulando el análisis crítico y la capacidad de resolución. Sin saberlo, los productores del miedo aprendieron a tener control del espíritu social. Hoy, en la sociedad de Siglo XXI, el miedo del hombre es perder lo tangible: dinero, poder, estatus, inversiones, placer, actitudes narcisistas y egoístas, etc.

Esa agonía y esa angustia vital por la vanidad, por el goce y la opulencia se expresa también a través del miedo. Sencillamente, hay miedo a estar solo, a la individualidad, a establecer la diferencia y a tomar distancia para no entrar a la sociedad de los iguales. Como la agonía por el miedo no para, el hombre se niega en su conciencia de la propia muerte, del propio sufrimiento visceral, y de la justicia de la propia historia, todo por la psicología del miedo.

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