El miedo se generaliza

El miedo se generaliza

Los pueblos son extraños. No me refiero a los que se inclinan al poder por necesidad o búsqueda de riquezas mal habidas, como sucede donde abunda la pobreza, la corrupción, la impunidad y la anarquía institucional, sino aquellos que actúan atraídos por el falso perfil de políticos simuladores cuyas palabras son como música para el oído, aunque jamás honran sus promesas.

Ahora resulta que mucha gente que votó en las últimas tres elecciones por el PLD, está preocupada por el excesivo control del Estado en manos de un solo partido. Pero esa preocupación se magnificó recientemente con la elección de los nuevos miembros de la JCE, que representa a todas luces, un retroceso de 30 años.

Lo mismo ocurrirá en la Cámara de Cuentas y en el Tribunal Constitucional, donde los peledeístas pretenderán asegurar su impunidad cuando sean desplazados del poder, lo cual jamás debe permitirse después del escandaloso desfalco que han cometido contra el erario público.

Ahora bien, ¿tiene esta gente derecho a quejarse o tener miedo? Puede que sí, aunque ese derecho le corresponde a los opositores a este Gobierno “cuasi de facto”, que ha ganado las últimas tres elecciones comprando votos con el dinero público.

Pero esos votantes, parece que olvidaron una cosa. NO ESCUCHARON LAS ADVERTENCIAS y eso es imperdonable.

Lo cierto es que el miedo se generaliza por el incierto futuro que se avecina. Un futuro cargado de incertidumbre, donde la reelección acecha de nuevo con sus garras envenenadas, donde la oposición no afianza su unidad para contrarrestar al Gobierno y donde la sociedad civil grita alarmada, pero nadie la escucha.   

¿Y la Iglesia? se estremece como toda la sociedad y sus voces de protesta comienzan a sentirse ¿Y los empresarios? Están hartos de este Gobierno pero tienen mucho que perder ya que estos peledeístas no juegan con su poder y le cortan la cabeza al que se exceda en sus expresiones. ¿Y los sindicatos? Más divididos que nunca, ya que muchos se corrompieron a cambio de frenar las reivindicaciones de sus afiliados.

Este panorama sombrío en el ámbito político viene acompañado de uno más sombrío en el ámbito económico.

Mientras todo el país coincide en el peligro que representa el endeudamiento del Gobierno y la corrupción, el Presidente dice que esas son exageraciones de la oposición, dándoles luz verde a sus funcionarios para seguir cogiendo prestado y seguir robando.  

Sobre el déficit fiscal, no hay forma de resolverlo sin otra reforma tributaria, que le sacará la poca sangre que les queda a los contribuyentes, convirtiendo al Gobierno en el mayor empresario, el mayor consumidor y el mayor empleador del país. También en el principal deudor de los bancos comerciales (le debe más de 70 mil millones).

Definitivamente Leonel Fernández es más inteligente que Hugo Chávez, ya que convirtió a su partido en una empresa multimillonaria gracias a la corrupción que él mismo fomenta, coquetea con el capitalismo como si fuera un neoliberal y silenciosamente nos conduce hacia un socialismo como el de Venezuela, donde la mitad de la población vive del Estado.

No nacionaliza empresas al estilo Chávez, simplemente las ahoga con los costos de la electricidad, las cargas impositivas y un peso subvaluado que estimula las importaciones, reduciendo a cenizas al productor local. Una simple mirada a las cifras del sector externo le dará pista de hacia dónde vamos.

La mayoría de la gente no se imagina lo que está pasando, pero tiene miedo. Es la percepción natural del ser humano cuando acecha el peligro. Pero ni modo, hay que esperar el desenlace.

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