A propósito de la reciente designación del sociólogo y activista social Rafael Jesús Feliz García, creo importante aprovechar el momento político para invitar socialmente a una reflexión.
Comenzaré celebrado que la decisión del presidente Abinader haya sido no cerrar esa institución, puesto representaría una estocada para las juventudes del país. Quienes por durante años hemos trabajado desde, con y para la población joven damos fe de ello. Pero también lamento que no se haya sustituida por otra mujer.
Cada vez que en el Ministerio de la Juventud ocurre algún evento lamentable, desde diversos sectores de la sociedad aparecen voces convocando su cierre. Incluso de esos que viven reclamando que los jóvenes sean mas comprometidos con las mejores causas para esta nación.
Los problemas ocurridos en esa cartera desde su creación como Secretaría de Estado, ahora Ministerio, son plena responsabilidad de los gobiernos y sus respectivos presidentes. Parece que ninguno se ha leído cabalmente la Ley 49-00.
La Ley General de Juventud en sus articulas 46 y 47 aborda su creación y atribuciones; plantea con claridad que está llamada a ser la instancia rectora para la formulación, coordinación y seguimiento de las políticas publicas en materia de juventud, pero históricamente todos los gobiernos la han dispuesto como probeta para la dirigencia juvenil de sus partidos.
Aunque esté de más decirlo, el Ministerio de Juventud tiene un rol que cumplir y para ello necesita ser fortalecido con perfiles técnicos y jovenólogos, gestores de la administración pública, que asuman que su función principal no es ser ejecutora sino de diseño, coordinación y acompañamiento.
Ningún librito nuevo
Ojalá que a diferencia de quienes le antecedieron, Ninito, como le llamábamos en la uasd por el cariño a su persona y a su padre, renuncia a la costumbre política de la entidad juvenil a la cada titular le ha impregnado un borrón y cuenta nueva. El principio de seguimiento de Estado no debe diluirse, aunque se fusione con la creatividad de su nueva cabeza.
El Estado dominicano amerita de una política de juventud y las necesidades que la justifican están bien diagnosticadas, desde la Estrategia Nacional de Desarrollo 2030 hasta el Plan Nacional de Juventud (2018), este último construido con la participación de todos
los sectores y actores claves del país. Solo falta voluntad, reforzamiento y mayores controles ante la crisis en esta institución.
El presidente Luis Abinader tiene una cantera de oportunidades para materializar el cambio que prometió en su campaña y que aún promueve; y las primeras podrían ser el sometimiento de ese ministerio a su propia legalidad y la aplicación del PLANJURD.
El bono y la recuperación post covid19
Todas las teorías económicas y sociales precisan que el desarrollo de las sociedades es imposible alcanzarlo sin sus jóvenes. El bono demográfico es una oportunidad que Naciones Unidas, CEPAL, y muchos otros organismos especializados apuntan como un pilar para el desarrollo sostenible y para superar la crisis postcovid19. También puede conjugarse con el bono de género, para que sea más acertado aún.
En el análisis poblacional del 2017, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPYD); y la Oficina Nacional de Estadísticas plantearon que para el 2030 ascendería a 65.6 porcentaje de personas en edad productiva en nuestra nación.
Siendo así, me permito desmontar la inquina de quienes planteaban que la solución para el Ministerio de la Juventud fuera cerrarlo. Si solo por mal funcionamiento e irregularidades deben cerrarse las instituciones, hace tiempo debimos cerrar el país y votar las llaves.
Las muertes de jóvenes en accidentes de tránsito, en los clandestinos viajes en yola, mortalidad materna y embarazos en adolescentes, deben generar empatía y recordar la relevancia de esa cartera.
La solución en términos institucionales debe buscarse haciendo que funcione. Demostrar que funciona y que cumple con el mandato por el que fue creado debe ser una responsabilidad de Estado.
Si en la República Dominicana se cree en la juventud y se está contando con su fuerza de trabajo y capacidades para continuar creciendo económicamente ,como tanto nos gusta alardear, entonces ese Ministerio debería ser reforzado con más presupuesto y también con más controles. Recuerden que la fiebre no está en la sábana, señoras y señores.
Continuidad de Estado
La primera sugerencia que podemos hacer para el nuevo ministro es recordarle el apego a la ética que él y su familia siempre han mostrado, en especial su padre el profesor Rafael Nino Feliz.
La segunda es que se dedique a articular voluntades y acciones con los ministerios y entidades que si tienen presupuestos para cumplir con sus mandatos: Becas (con el
INFOTEP, Educación Superior y otras), Territorialidad (Supérate, Gabinete Social, Liga Dominicana, otras), Asuntos técnicos y Cooperación (con MEPyD, Salud Pública, Agricultura, Trabajo y el MAPRE).
Como tercera que pase a visitar a Milagros Ortiz Bosch en la Dirección de Ética e Integridad Gubernamental y a Carlos Pimentel, a Compras y Contrataciones Públicas; y que finalmente reúna al Consejo de Juventud encabezado por Abinader, que aplique el Plan Nacional de Juventud ya diseñado y que promueva que nada debe hacerse para las juventudes, sin las juventudes.
¡Enhorabuena por Rafael, por el MJ y por las Juventudes en el país!