El misil Hatuey dio en la santabárbara del PRD

El misil Hatuey dio en la santabárbara del PRD

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
El pasado viernes 4 el licenciado Hatuey De Camps anunció al país lo que todo el mundo esperaba, de la formación de su partido, el PRSD, después que la Suprema Corte de Justicia fallara en contra de la querella presentada en contra de la forma como se seleccionó el actual comité central del PRD, que trabajó en la reelección frustrada de Hipólito Mejía, lo cual se convirtió en un misil en la santabárbara cargada de municiones del PRD.

En esa noche del viernes el licenciado De Camps, acompañado de sus fieles seguidores hizo lo que otros ya habían hecho en el PRD en los pasados 40 años, en fallidos intentos de formar tienda aparte, disgustados por lo que consideraban era un camino errado que llevaba el partido que había sido fundado en 1939, y en la década del 70 se habló de las garrapatas que afectaban al buen blanco, lo que dio origen al hoy partido gobernante.

Han sido muchas las voces que aconsejaban al licenciado De Camps para que no tomara la acción de separarse del PRD, augurándole una existencia política efímera, llena de fracasos y con una disminuida fuerza que no lo llevaría a ningún lugar de liderazgo en la Nación.

Esta vez, la acción tomada para la formación del PRSD, apoyada en el repudio que le dio el electorado al PRD por la enorme corrupción que acompañó a la administración anterior perredeista y del PPH, pudiera significar algo más que un simple resabio de un dirigente amargado por ver al partido de toda su vida en un derrotero que lo llevó al fracaso electoral de mayo del 2004. En esa ocasión hubo el apoyo organizado de un repudio nacional que todavía la cúpula actual perredeísta no lo asimila y amenazan con la ingobernabilidad, pretendiendo ordenarle a sus senadores de que no le aprueben nada al Poder Ejecutivo hasta que acepte las reglas de juego de que son mayoría congresional y por tanto deben reponer a todos los que han sido cancelados, médicos y agrónomos, así como retornarle las parcelas a los beneficiados en una supuesta repartición de tierras que todo el mundo sabe cuáles fueron los criterios que prevalecieron para tales distribuciones.

Los argumentos esgrimidos por el licenciado De Camps le ofrecen una buena plataforma de amargarle para siempre la vida y la existencia al PRD, en que todavía ni siquiera se sabe si las elecciones internas, para elegir a los nuevos dirigentes, se van a celebrar, cuando fuera del poder no llegan a entenderse y el expresidente del malogrado mandato anterior se mantiene atizando para afianzarse como líder de su partido, sin saber que lo está llevando al atolladero final de su existencia, por lo que este nuevo partido, el PRSD, ocasionaría un efecto mucho más estremecedor al producido cuando el licenciado Majluta se separó del PRD, o el que protagonizara el profesor Bosch en 1973.

El PLD del profesor Bosch tuvo que ver pasar muchas elecciones y sufrir también de disensiones internas hasta consolidarse mediante una favorable coyuntura política, auspiciada por el doctor Joaquín Balaguer, que le cerró el paso al líder del PRD, el doctor Peña Gómez, que de esa manera se vio apartado para siempre del ejercicio del poder y más que ya venía arrastrando una enfermedad que acabó con su vida en poco tiempo.

En las bases del PRD, y en la población en general, hay un rechazo masivo a la dirigencia actual de ese partido, que aun cuando se renovara con sangre nueva, arrastra que muchos de sus más manchados dirigentes en el gobierno anterior persisten en narigonear a una organización que si bien es de las más nutridas, no es la decisiva cuando la masa silente sabe aunarse para sacarla del poder, en repudio a una reelección que solo hubiese traído severos y calamitosos desajustes como los que se vivían antes de las elecciones de mayo del 2004.

Además, el país necesita de una organización política renovada que muestre, por lo menos al principio, una imagen de coherencia y de honestidad, aun cuando se sabe que los dominicanos, cuando se ven con un carguito, no son unos santos. A la hora de ver muchos recursos en sus manos nadie sabe qué destino les darán, como ha sido la experiencia política de la vida republicana del 161 años de nación independiente.

El licenciado De Camps tiene ahora en sus manos una gran oportunidad, y él conoce de los fallos que se cometieron en las otras divisiones del PR con el fracaso de las mismas, pero esta vez, enarbolando la bandera de la anticorrupción, y señalándole a los dirigentes perredeístas sus grandes pecados, tiene la oportunidad de granjearse un apoyo esencial para su futuro político, sacudiéndose del fardo negativo que persiste en la población por su conducta y actuaciones pasadas.

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