El mismo dedo en igual llaga

El mismo dedo en igual llaga

Desde su condición de crítico autorizado , el jurista Servio Tulio Castaños, de FINJUS, reiteró su convicción de que la Policía es parte importante en la incidencia delictiva que sufre el país con involucramiento de sus miembros en un 50% de casos. Un porcentaje que debería tener en alarma a la sociedad. Sin embargo sus palabras, dichas una y otra vez, no generan la reacción social, política o de poder que correspondería. El vacío de respuestas con propósitos de aplicar correctivos ante males de notable gravedad, revela repetidamente la inutilidad de los mecanismos mediáticos de defensa de la ciudadanía. Lo que en cualquier Estado efectivo motiva espanto y acelera soluciones, en nuestro medio pasa sin pena ni gloria.

El escándalo de la OISOE, tras un dramático suicidio, surgió el año pasado con indicios de nexos a instancias superiores, con nombres, pelos y señales. Luego las investigaciones sobre responsabilidades se congelaron en lo más delgado de la soga, con un trío de fichas menores incriminadas. El bosque de Constanza ha estado bajo acoso de taladores; Su corteza terrestre sufre degradación; sus ríos y arroyos reciben contaminación y tienden a desaparecer. Una situación de desastre que primeramente fue negada con insistencia. Luego ha sido admitida, poco más o menos, por las propias autoridades. Una desconcertante confesión de impotencia ante el azote impune de poderosos que depredan. ¿De qué vale hacer supurar los tumores?

Peligros en las zonas urbanas

Generó preocupación que recientemente se autorizara a operar una envasadora de GLP en el sector Alma Rosa II, la que no hace mucho estalló en fuego con pérdidas de vida, daños materiales y pánico entre los vecinos. Las autoridades dijeron haberse asegurado de que el puesto de combustible puso en vigor las normas de seguridad que fija la ley. Vale decir que el riesgo que más importa no reside en que se manipulen sustancias inflamables en sitios poblados. Que esta distribución solo funcione en descampados y desiertos extraurbanos es mucho pedir. Pero sí es imprescindible que tales puestos sean manejados por personal entrenado y competente, con equipos eficientes y técnicamente probados; y a cierta distancia de los lugares habitados; rodeados de barreras contra llamas y límites a los volúmenes de almacenamiento. En la exigencia de cumplimiento de las reglas se falla mucho, lamentablemente.

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