¿El mismo método?

¿El mismo método?

Bonaparte Gautreaux Piñeyro

¿El mismo método?. La coronela de la Policía Nacional, comandante de la dotación del Canódromo, donde guardan los vehículos incautados y chocados, aparece ahora con un brazo enyesado. Argumenta que fue agredida por una turba, puede ser, aunque los videos que he visto en las redes no muestran turba alguna, aunque sí unos policías muy agresivos.

El Defensor del Pueblo es una figura novísima el alcance de cuya autoridad debe ser explicado para que todos sepamos cuál es su jurisdicción, hasta dónde llega su poder. Dígase lo que se diga, el papel del Defensor del Pueblo, dada su reciente creación y la falta de explicación de su rol, es desconocido. Que no se alegue que las leyes deben ser conocidas por el gobernado entre 24 y 48 horas luego de su promulgación, eso era posible cuando el mundo era un pañuelo.

El yeso de la señora Coronel me recuerda acontecimientos pasados que indican que se siguen los mismos procedimientos para la explicación, traída por los cabellos, y para la justificación de actuaciones injustificables.

La historia me la contó don Renato Pérez Díaz cuyo hermano era contador de una firma muy prestigiosa que Trujillo quería adquirir. Este personaje acostumbraba a comprar al mejor precio posible: de regalo. O en su defecto, los propietarios que se oponían a la voluntad del asesino y ladrón de San Cristóbal, este mandaba a matar al marido y le compraba a precio vil a la viuda.

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El señor Contador bajaba de su oficina una noche de la década de 1940 y fue asesinado antes de llegar a la calle, el tirano culpaba al funcionario de hacer un avalúo más alto de lo que él estaba dispuesto a pagar.

El oficial que lo asesinó fue internado en el hospital militar y le hicieron una operación falsa por el supuesto balazo que recibió del contable en un “intercambio de disparos”.

Antonio Espinal era un muchacho inteligente, acucioso, cabeza dura, tanto el profesor Rafael Molina Morillo como yo, le pedimos que no publicara una información que permitía identificar al oficial superior de la Policía que apoyaba irrestrictamente la prostitución. Espinal insistió y se publicó la noticia.

Al domingo siguiente Reyes Báez, un joven que se hacía pasar por periodista, invitó a Espinal a una reunión que resultó una encerrona para que lo mataran a palos dos miembros del Servicio Secreto, uno de los cuales era un blanquito. Publiqué que Reyes Báez estaba vinculado a los servicios de seguridad del Estado, se apareció con el brazo derecho enyesado.

Un cuñado dijo que me sometería por difamación e injuria hasta que mi compadre el doctor Gilberto Martínez me entregó copia de la radiografía al brazo de Reyes Báez que se veía claro que no tenía fractura.

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