El mismo Presidente Fernández

El mismo Presidente Fernández

El doctor Leonel Fernández Reyna tiene un grave problema como gobernante. Sus prioridades son muy distintas de las  de la gente del país que dirige. Así quedó evidenciado en sus dos gobiernos anteriores y fue ratificado este sábado en el discurso que pronunció en el comienzo de su tercer mandato. Uno lo escuchaba y no podía creerlo.

El Presidente  tiene derecho a soñar con una nación de grandes edificaciones, de grandes monumentos y de modernidades al estilo Estados Unidos, Alemania o Francia. Pero a lo que no tiene derecho es a someter a los dominicanos a unos sacrificios financieros y a las posposiciones de la búsqueda de soluciones a unas necesidades que no esperan más.

Es irracional mantener estas posposiciones. Las prioridades del país han estado y están ahí, a la vista de todos. Nos golpean en la cara y exhiben, con elocuencia estentórea, las grandes miserias y limitaciones en que vive la mayoría de los habitantes de este país. Además, en las encuestas de opinión pública se dejan ver, citadas y contadas por los propios ciudadanos y ciudadanas.

Los Metros, los trenes, los elevados, los túneles, los parques de diversión, los edificios universitarios, las ciudades sumergidas y las remodelaciones de palacetes pueden esperar. Algunos podrían ser necesarios, pero no prioritarios ahora. Este país necesita urgentemente, para su desarrollo, agua potable, escuelas, profesores y equipos pedagógicos por todas partes; hospitales equipados y   con un personal médico y paramédico adecuadamente pagado; necesita un tránsito organizado; necesita el fomento de la agropecuaria y una producción abundante de alimentos; necesita un trabajo serio y constante a favor de las medianas y pequeñas empresas, y un adecentamiento de  las barriadas donde viven, agolpados y envueltos en una miseria insultante, millones de dominicanos y dominicanas. 

Hasta ahora el Presidente Fernández ha impuesto, apoyado en un presidencialismo extremo, sus prioridades. Cuando se le habla de educación responde que no hay dineros suficientes, pero ha gastado todo lo que ha querido en un Metro levantado sobre barrios preñados de miseria. Tenemos transporte público por los Juan Hubieres, los Figuereo, los Marte y otros, porque la empresa estatal que provee transporte, la Omsa, está convertida en un cementerio de guaguas viejas y destartaladas.

Si el Presidente Fernández no da un giro radical a sus prioridades y comienza a responder a unas necesidades crecientes y cotidianas de millones de dominicanos que no pueden esperar más, entonces hay que augurar que este cuatrienio será convulso y de muchas dificultades para la gobernabilidad.

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