Canela Bangkok. Los ciudadanos de Zimbabue varados desde hace más de dos meses en el aeropuerto internacional de Bangkok se han convertido en un misterio y en una situación atípica.
Las autoridades tailandesas aseguran que el grupo, al que identifica como una familia de cuatro adultos y cuatro menores de 2, 6, 7 y 11 años, se niegan a volar por miedo a represalias a su país, donde el expresidente Robert Mugabe dimitió el pasado noviembre tras un golpe militar incruento.
Uno de los zimbabuenses, que no quiso revelar su nombre, indicó hoy a Efe que, de momento, no quieren revelar los motivos de su decisión y declinó responder más preguntas.
Sí quisieron criticar a la aerolínea Ukraine International Airlines (UIA), a la que acusaron de abandonarlos en el aeropuerto y de no prestarles ayuda alguna. El grupo se encuentra con dos carros de maletas y mantas en la terminal de salidas del aeropuerto Suvarnabhumi, donde pasan el día en los asientos de espera y han recibido ayuda, como alimentos, por parte de los empleados del aeródromo.
Según un comunicado de la Policía de Inmigración, los zimbabuenses llegaron con visados de turista a Tailandia el pasado mayo y el 23 de octubre compraron billetes en UIA con destino a Barcelona vía Kiev, pero no pudieron embarcar al carecer de visado para entrar en España.
Ese mismo día, los agentes de Inmigración se dieron cuenta de que su visado tailandés había caducado, por lo que los familiares zimbabuenses no pudieron volver a Bangkok y tuvieron que quedarse en la terminal de salidas.
El 7 de noviembre, precisan las autoridades, consiguieron subir a otro avión de UIA y esta vez llegaron a Kiev, pero desde allí tuvieron que volver a Bangkok. Las autoridades indicaron que el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha entrevistado a los zimbabuenses y que está procesando la solicitud de asilo “dado que podrían estar expuestos a peligros en su país natal”, sin precisar más detalles.
La portavoz de ACNUR en Asia, Vivian Tan, señaló a Efe en un correo electrónico que no puede revelar detalles del caso por “razones de confidencialidad”, pero precisó que están “explorando soluciones potenciales». La historia de la familia fue descubierta el pasado miércoles por el medio tailandés “Khaosod”, que se hizo eco de una foto colgada en Facebook por un trabajador del aeropuerto en el que este aparece dando un regalo navideño a una de las niñas de Zimbabue.
“La pequeña Mashia de Zimbabue ha estado atrapada en el aeropuerto junto con su hermano mayor y la familia durante casi tres meses ahora debido a la inestabilidad en su país”, escribió el usuario el martes pasado en la red social. La foto, que ya no se puede encontrar en Facebook -como tampoco la cuenta del trabajador-, acumulaba hasta el jueves más de 2.400 reacciones y había sido compartida por más de 350 usuarios.
El interés generado por la historia entre los medios internacionales ha puesto en una situación delicada a la familia y a las autoridades tailandesas, que no han firmado los tratados de protección de los refugiados de la ONU. Los refugiados y solicitantes de asilo son tratados como inmigrantes ilegales si no cuentan con visado, por lo que muchos terminan en centros de detención hasta que son acogidos por un tercer país.
Zimbabue se encuentra en un proceso de transición desde la asonada incruenta que desencadenó la renuncia el pasado 21 de noviembre de Mugabe, que puso fin a sus 37 años de gobierno en medio de una grave crisis económica debido a la hiperinflación.
La denominada “Operación Restaurar el Legado” se desencadenó debido a las ambiciones de la ex primera dama Grace Mugabe de sustituir a su marido en el poder. Hace dos semanas, Mugabe viajó junto con su esposa a Singapur para someterse a una revisión médica y pasar las vacaciones de fin de año.
Mientras, el grupo de zimbabuenses en Bangkok está viviendo una situación que ha sido comparada a la película “La terminal” (2004), en la que Tom Hanks interpreta a un hombre que se queda atrapado en el aeropuerto de Nueva York tras estallar una guerra civil en su país natal.
El filme se basa en la historia real del iraní Mehran Karimi Nasseri, quien vivió entre 1988 y 2006 en el aeródromo Charles de Gaulle de París al encontrarse en un limbo diplomático.