Es comprensible que los funcionarios defiendan el modelo económico del Gobierno, aunque programas como el de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) dieran cuenta de que la pobreza de la población en República Dominicana gira alrededor del 50 por ciento.

Si el Gobierno se ha quedado a la zaga de otras economías de la región, que pueden exhibir grandes logros, no ha sido por falta de recursos. Basta con recordar las tres reformas fiscales en sus dos primeros años desde que volvió al poder en 2004 y la hemorragia de préstamos que ha situado la deuda pública por encima de los 22 mil millones de dólares.

Hasta el gran logro que se le reconocía al modelo económico del gobierno que es el de la estabilidad económica, ahora se ha demostrado que ha sido a un precio tan excesivo que compromete la soberanía y el desarrollo de la nación. Economistas ligados hasta al propio Gobierno han advertido de las consecuencias de destinar más del 40% del Presupuesto para el pago de la deuda sólo en 2011.

Los informes del PNUD han demostrado que la gestión actual ha quedado muy por debajo del promedio en inversión social y la mejor muestra es el incremento de la pobreza; pero también en inversiones en sectores tan fundamentales para el desarrollo como la salud y la educación, renglones en los que ha quedado en los últimos lugares en todas las evaluaciones internacionales. Sin embargo, el gobierno lo que ha hecho es incrementar el gasto para fomentar su política clientelista y la propaganda en los que ha apoyado su ejercicio del poder.

Hay muchísimos casos que ilustran el fracaso, al menos para la población, del modelo económico del gobierno, quien para más decepción no ha sido capaz siquiera de enfrentar la corrupción, como no sea, por supuesto, en el plano de la abstracción.

Para el país, el modelo económico del Gobierno ha fracasado.