En el avance que representan los varios centros de corrección y rehabilitación en que han sido convertidas antiguas cárceles vergonzosas hay que reconocer que se evidencia la decisión de tratar crecientemente a los convictos como seres humanos, en ambientes que propicien el aprendizaje de oficios decentes y la enmienda. Dejando fuera el hacinamiento y la degradación que a muchos reclusos les acrecienta el apego a la conducta delictiva. Falta mucho por hacer todavía. El nuevo modelo penitenciario no ha llegado a superpoblados y condenables comunidades carcelarias como es el caso de la Penitenciaría Nacional de La Victoria.
Hasta ahora, matemáticamente, la parte del sistema que ha sido humanizado constituye solo una excepción. Se necesitarían muchos recursos, en momentos en que bajan los ingresos fiscales, y una indoblegable voluntad para continuar con el rescate de personas privadas de libertad por agredir a la sociedad. El ámbito negativo del mundo carcelario tiene a su favor una dinámica de intereses que preferirían que el desastre continúe. Da beneficios. En los recintos del viejo orden se trafica con todo y con altas ganancias. Desde drogas y alcohol hasta colchones, y privilegios de toda índole y desde ellos a veces se dirige a bandas criminales del país. Pero el compromiso de erradicar esos males debe ser cumplido al pie de la letra.
Frecuentes litis por terrenos
Está dada la posibilidad de que en Luperón, provincia Puerto Plata, un conflicto por tierras desemboque en derramamientos de sangre, como ocurrió mesas atrás en Miches. Las confusiones sobre la legitimidad de propiedades en la zona rural es frecuente en República Dominicana. Se trata casi siempre de bienes que cobran valor con el tiempo y los límites se vuelven difusos con facilidad cuando la ambición desborda. Mucha gente habilidosa logra que aparezca como auténtico el título que no lo es.
La litis de Luperón parece tener un origen determinado. Han aparecido ciudadanos que reclaman para sí por alegada falta de pago por parte del Estado unos terrenos adquiridos por el IAD para asentamientos agrícolas hace 26 años. Los actuales ocupantes dicen que resistirán hasta las últimas consecuencias. Las autoridades deben adelantarse a lo que pueda pasar y atenerse a la ineludible continuidad del Estado. Solventar lo debido o mediar entre las partes.