El momento del PRD

El momento del PRD

Cuenta el filósofo esloveno Slavoj Zizek que “hay una anécdota, seguramente apócrifa, sobre un intercambio de telegramas entre los cuarteles generales de Alemania y Austria durante la Primera Guerra Mundial: los alemanes enviaron el mensaje: ‘Aquí, en nuestra parte del frente, la situación es seria pero no catastrófica’.

Los austríacos respondieron: ‘Aquí, la situación es catastrófica, pero no es seria’”. Para Zizek, la respuesta austríaca es la manera en que muchos de nosotros asumimos los problemas globales de la crisis económica, la situación medioambiental y el crecimiento poblacional. La situación global es gravísima pero nadie la toma en serio, por lo que no se enfrentan debidamente los problemas mundiales que nos aquejan y se adoptan las duras decisiones que requieren ser tomadas para solucionar de raíz estos problemas.

Traemos esta anécdota a colación porque, tras las pasadas elecciones presidenciales, muchos entenderán que la situación del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), que ha perdido tres elecciones presidenciales consecutivas, y que pasará por ello un mínimo de 12 años atravesando el desierto de la oposición, se encuentra en una situación catastrófica. La realidad, sin embargo, es que la situación del PRD es seria pero no catastrófica. En todo caso, la catástrofe puede asomar si los perredeístas no toman debidamente en serio la situación en que se encuentra el partido y si no se adoptan las medidas cruciales que ya resultan impostergables.

De entrada, la actitud correcta ha sido la asumida por el Presidente del PRD, el Ing. Miguel Vargas Maldonado, quien, en un ejercicio serio y responsable de liderazgo, que denota su visión aguda y profunda del panorama político nacional, ha declarado que “nos abocaremos a la realización de una amplia consulta nacional que nos permita revisar todo el proceso recién transcurrido para hacer los ajustes metodológicos y estratégicos que culminen en un relanzamiento de nuestros programas de trabajos para hacer más eficientes y exitosas las acciones políticas de nuestra organización”.

Esa consulta a toda la base y a toda la dirigencia, en todo el territorio nacional y a nivel de cada demarcación municipal, debe ser el fundamento de un plan estratégico que permita la renovación del liderazgo, la depuración del padrón del partido, la incorporación de nuevos militantes y la actualización de la plataforma programática del partido, sin la cual no será posible que el PRD obtenga la victoria tanto a nivel presidencial como a nivel municipal y congresual en las elecciones del 2016.

Aunque el candidato presidencial del PRD no pudo aportar en 2012 un caudal de votos que superase la histórica votación del partido, alcanzada en 2008 y 2010 gracias a la firme conducción del partido por Vargas Maldonado, tras la debacle electoral de 2004, si algo queda claro en este proceso es el valor de la marca partidaria PRD, admitido hasta por sus adversarios, y el hecho de que, tal como ha señalado José Cabrera, el Partido de la Liberación Dominicana  enfrenta una erosión de su apoyo electoral, que se demuestra en una abstención creciente y que colocan al PRD como el principal partido del sistema. Sobre este pilar se puede construir el triunfo en 2016.

Como el PRD y el país esperan un liderazgo responsable, es importante cerrar filas al lado de Miguel Vargas Maldonado, que ha demostrado ser el único que, en las actuales y futuras condiciones, puede conducir por buen camino al partido. Nadie, que no sean los enemigos del PRD, quiere más división, más chismografía, más ceguera y más pasión de la que se ha sufrido y que explican cómo el PRD, encabezando por más de 20 puntos las encuestas hace un año, perdió las pasadas elecciones con 47% de la votación.

El PRD está donde está porque en mayo de 2011 no se entendió que el PRD solo llega al poder cuando se une primero adentro, como lo demuestran los triunfos de 1978, 1982 y 2000, y se prefirió perder sin Miguel que ganar con él. La derrota del PRD no se debe ni al silencio ni a la inacción de Vargas. Muy por el contrario, el PRD ha sido esclavo de la palabra de su candidato presidencial y dueño del silencio del presidente del partido.

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