El momento desafiante de la radio constitucionalista 1965

<P>El momento desafiante de la radio constitucionalista 1965</P>

El precio era la vida o la gloria.   Después de todo son honores conferidos a posteriori, no importa si estás sepultado indolentemente en vida, sangrando a borbotones la agonía de los tiempos, conteniendo la rabia angustiante de la ira digna y sin lagrimas, crepitando en una pira anónima de humo espeso sin ningún pudor o abandonado al silencio en una tumba sin nombre y solo unos versos de Pedro Mir por compañía. Por eso me descubro ante la entereza mitológica de aquellos militares y civiles constitucionalistas que enfrentaron a pecho abierto el Apocalipsis y que aun cargan en un silencio de enorme fortaleza moral un fardo injusto de indiferencia y culpas honrosas, desinteresados del merecido pedestal del reconocimiento eterno y el respeto a su enorme ejemplo.

 Hoy que comienzan a ser desclasificados los documentos de la Guerra de Abril en los archivos norteamericanos y empieza a escribirse tímidamente su historia, desde la perspectiva oculta del ejército invasor, podemos ir evaluando con objetividad el efecto devastador y temido, en términos de una sorprendida estrategia de guerra sicológica, jugado sin proponérselo por la Radio Constitucionalista. El desesperado propósito de las fuerzas norteamericanas de eliminar a cualquier precio y como objetivo militar de primer orden, silenciar y destruir, la ubicua Radio Constitucionalista, jamás pudo ser logrado y aquel momento sublime, con su tropa desafiante, quedó para la historia.

Un prejuiciado Bruce Palmer, Comandante en Jefe de las Fuerzas Norteamericanas, comienza por distorsionar la escena.  Sus respuestas militares responden a una desproporcionada estrategia de pánico frente a la supuesta inminencia de una fantástica guerra tipo Vietnam. Confiesa: “Mi misión declarada fue proteger las vidas y propiedades Americanas; mi misión no declarada fue prevenir otra Cuba y, al mismo tiempo, evitar otra situación como la de Vietnam”, (“Intervention in the Caribbean”, p. 5). La sangre que costó esa histórica equivocación aun está fresca en la huella del zapato de Batlow Martin.

 Palmer sigue diciendo en su libro:  “Nosotros respondimos con operaciones de interferencia de las transmisiones, utilizando la Army Security Agency (ASA), unidades de tierra, unidades de la fuerza aérea, y unidades navales desde el mar, mientras una reforzada compañía desde el 7th Special Forces Group bajo el experto liderazgo del Col. Edward Mayer atacó los principales emplazamientos de relevo de transmisión fuera de la capital. Nuestros esfuerzos iniciales no fueron efectivos, sin embargo, y las transmisiones rebeldes continuaron haciendo sentir su influencia en el interior del país. Reconociendo que esto podía ser nuestro talón de Aquiles, intentamos trastornar físicamente en el campo de las telecomunicaciones que ligaban el principal estudio en Santo Domingo con sus numerosos transmisores emplazados, otra vez empleando nuestras propias fuerzas especiales trabajando con fuerzas especiales dominicanas leales. El Coronel Mayer dirigió el grupo combinado en esa peligrosa misión nocturna, pero acompañado por el General York de la 82d’s. El intento fracasó en hacer daño a las operaciones de radio pero inutilizó el sistema comercial telefónico con el cual contaban los rebeldes.

 “En Mayo 13 el gobierno de Imbert lanzó a los vientos la prudencia y ordenó a la Fuerza Aérea Dominicana atacar Radio Santo Domingo y su principal transmisor emplazado cerca del puente Peynado al norte de la ciudad…Fuerzas especiales dominicanas el 14 de Mayo atacaron y destruyeron entonces un estudio y transmisor alternativo situado al norte del Puente Duarte. Estas acciones  tuvieron éxito en debilitar Radio Santo Domingo al grado de que no hubo más transmisiones más allá de la capital, capeando de este modo esta particular crisis”.(p. 54-55)

La emisora fue tomada el mismo 24 de abril por un grupo encabezado por Mario Báez Asunción, este grupo fue desalojado al momento por las tropas del Gral. Morillo López. Más adelante volvimos a tomar el control hasta que fuera silenciada la planta principal. tras ser daños sus transmisores fuera de la ciudad,, el “Palacio Radiotelevisor” fue  bombardeado desde el aire y el edificio hubo de ser abandonado. Franklin Domínguez junto a un grupo suicida, irracionalmente valerosos, sin protección, se movilizan decididos hacia las plantas transmisoras de HIZ en el barrio María Auxiliadora.   Es a este momento al que se refiere el General Palmer, quien admite que “Radio Santo Domingo was expertly exployted by the rebels” cuando confiesa fríamente que: “atacaron y destruyeron un estudio y trasmisor alternativo situado al norte del Puente Duarte”.

 Es una guerra a muerte.  Según la versión de Domínguez, Ercilio Veloz Burgos y Plinio Vargas Matos tratan de cubrirse protegiéndose entre dos transmisores. Domínguez  ve a Plinio y a Ercilio romper una ventana de madera con sus propias manos cuando él, a su vez, intenta protegerse ocultándose en el sanitario, pero algo explosiona y se derrumba el mundo cuando la pared completa del baño se viene abajo.

Domínguez queda abierta y desamparadamente al descubierto, se vuelve por instinto hacia la ventana por donde ya habían escapado Veloz Burgos y Vargas Matos y se lanza al vacío. Plinio está allí cerca, tiene un fusil en las manos, corren desesperados y sin aliento hacia una pared frontera entre la vida y la gloria, cuando a sus espaldas se desgarra una explosión monstruosa, hierros y trozos de infierno, blocks de dientes rotos  con sus rostros y muecas de cemento enfurecido en una huracán de hierros retorcidos cercenando los aires.

Ercilio Veloz Burgos explica la sospecha tenebrosa de que las tropas enemigas buscaban la ubicación por los alrededores y así se lo manifestó a Domínguez, advirtiendo con prudencia agorera abandonar el lugar por lo desprotegido. Domínguez decidió permanecer. Ante los primeros signos y ruidos “indefinibles” que evidencian el ataque, Veloz Burgos junto a PlinioVargas Matos rompen una ventana de madera que da al patio y escapan prácticamente juntos.

No cuesta esfuerzo interpretar en qué tesitura patriótica vibraba aquel pueblo, cuando al día siguiente alguien devolvió la cartera de Domínguez con pasaporte visado, $ 200.- dólares, y la grabación del Santo Rosario, que como destello milagroso, sobrevivió a aquella catastrófica explosión y al incendio.

David Atlee Phillips, nombrado Jefe  de la CIA en Santo Domingo a raíz de la Revolución, con un prontuario impresionante, es más categórico que Palmer en sus juicios con respecto a la Radio Constitucionalista. En su libro “The Night Watch” dedica 39 páginas a analizar la comprometida situación dominicana. Dice: “Recuerdo varias revoluciones en Latinoamérica, aparentemente abortivas, las cuales eventualmente tuvieron éxito simplemente porque los rebeldes controlaban sencillamente una estación de Radio”, (p. 146). Como pólvora en cartucho, estos componentes en boca del Jefe de la CIA detonaron desde el principio una guerra a muerte contra la Radio Constitucionalista, tan fiera y desbocada como la que se peleaba en las trincheras. Sigue diciendo el Jefe de la CIA: “Los rebeldes controlaban Radio Santo Domingo, la poderosa estación del gobierno establecida por Trujillo. La propaganda desde el enclave rebelde era eficaz y cada vez más Marxista ¿? (interrogaciones nuestras)

 mientras los voceros de Caamaño requerían respaldo popular… El embajador Tapley Bennett envió cables perturbadores describiendo agitadores barbudos voceando slogans comunistas”.  Atlee Phillps hace otra alusión a la Radio: “Las trasmisiones de radio y televisión continuaron, exhortando al pueblo a combatir a las tropas extranjeras y el nuevo gobierno dirigido por Imbert”.

  Desde el punto de vista técnico, no hay diferencia entre el ensamblaje interesado que incubó el cáncer de una dictadura feroz a su salida en 1924 y las temperaturas y “operaciones” enfermizas del Gobierno de Reconstrucción Nacional en 1965, que materializan la funcionalidad del método en los 22 años de Joaquín Balaguer. Lágrimas y crímenes sin nombre que empequeñecen el abismo inmerecido y el rastro enorme de sangre que pesa sobre La Era de Trujillo.

En síntesis

La doble misión de Palmer

Hoy que comienzan a ser desclasificados los documentos de la Guerra de Abril en los archivos norteamericanos, empieza a escribirse tímidamente su historia desde la perspectiva oculta del ejército invasor. En las memorias de Bruce Palmer, comandante en jefe de las fuerzas de ocupación, se señala como objetivo militar de primer orden silenciar y destruir a la Radio Constitucionalista. Palmer confiesa: mi misión declarada fue proteger vidas y propiedades americanas. La no declarada fue prevenir otra Cuba y  al mismo tiempo evitar un Vietnam.

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