El morbo y las excusas no borran los feminicidios

El morbo y las excusas no borran los feminicidios

Claudia Rita Abreu

Difícil es entender cómo se erradicarán los feminicidios y cómo las relaciones humanas tienen ese poder tan grande de pasar del amor al odio, de la alegría a la rabia y de la felicidad a la frustración.

Ya sabemos que la cultura de la pertenencia, principal motor de la mayoría de los feminicidios, inculcada y normalizada como el machismo, más allá de florecer en el corazón de los hombres, es un estado permanente de muchas personas en la sociedad y la familia, quienes no reparan en seguir permanentemente señalando conductas erradas con exclusividad femenina, que si nos detenemos a verlas, encontraremos en el fondo, que carecen de sexo y se pueden presentar también en los hombres ( dependencia, vanidad, uso y exigencia del dinero de su pareja, persecuciones, celos, etc.)

Al morbo que levantan algunas tragedias, se le suman aditivos (no excusas) que aparecen en ciertos casos y que pudiéramos definir como: la monetización de las relaciones humanas amorosas y el exhibicionismo, fruto de valorar las apariencias que concuerden con ciertos atributos que socialmente se han establecido, convirtiendo la vida de muchas personas, en su mayoría mujeres, en una constante inversión para complacer a una parte de la sociedad que le gusta vivir en ese ambiente.

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Los abusos contra las mujeres se manifiestan de muchas maneras, pero los feminicidios son el final que quisiéramos evitar y hacia donde tenemos que empujar.

Toda mujer, no importan su apariencia, naturaleza o clase social, que ya haya denunciado un caso de violencia, sobre todo, con intento de asesinato probado, debe de ser protegida y no abandonarse, incluso, si luego se arrepiente y quita la denuncia.

Las víctimas de violencia siempre pueden caer en la creencia de que esa persona, su pareja o ex-pareja, que incluso le ha manifestado amor en algún momento, no llegará a matarlas. 

Quien está viviendo esa situación, manifestada en muchos aspectos psicológicos de ambigüedades y en el peor de los casos, en situaciones de codependencia, no debe de ser la llamada a no estar asustada, confundida o confiada.

Es evidente que en nuestro país no hemos obtenido grandes conquistas en aspectos de prevención, aunque sí hay mayor sensibilización al respecto, pero no como quisiéramos, sólo viendo algunas publicaciones en las redes a propósito de la tragedia reciente de la comunicadora Chantal Jiménez, nos damos cuenta de que queda mucho por hacer respecto a educarnos mejor frente a la igualdad de derechos, las condiciones sociales y los valores de una sociedad cada vez más expuesta y necesitada de llamar la atención.

La prevención y el cambio cultural debe de ser el foco principal de la lucha contra la violencia de género.