El mosquito en el espejo

El mosquito en el espejo

He visto niños extasiados frente a su figura en un espejo; he visto perritos ladrarse a sí mismos al verse reflejados, pero nunca había visto un mosquito contemplándose embelesado posado en un espejo, tan absorto que mi presencia no le importó.

Parecería que por primera vez veía a otro como él tan cerca, tocándose las patas, frente a frente; tal vez creyó que era un mosquito hembra y estaba diciéndole: “Me gustaría que pudiéramos formar un hogar en cualquier charco; tengo estabilidad económica; trabajo en la DGTD (Dirección General de Transmisión del Dengue) y cuento con amigos influyentes en la DGTMalaria y DGTFilaria; hay mucho trabajo ahora que los funcionarios del gobierno están en la campaña electoral y no tienen tiempo para atacarnos. Quiero picar al dueño de esta casa, pero es un maldito loco que anda por dondequiera con un nebulizador lleno de insecticida”. El mosquito permaneció en su éxtasis amoroso sin importarle mi presencia. No tuve pena en asesinarlo y matarle su ilusión al estilo de Romeo y Julieta; me sentí como Dios al dar muerte a un espécimen que puede hacer daño a otros. Hasta un mosquito sabe que en campaña electoral los funcionarios olvidan sus responsabilidades; por eso los mecanismos de presión popular, como las huelgas, son vistos por ellos como la cruz para el diablo, porque impiden dedicarse al proselitismo; pero la anestesia colectiva es muy profunda y a muchos dirigentes sindicales vulnerables les ponen inyecciones de “millonarina sódica” y los convierten en mercenarios de ideales al servicio de los gobiernos de turno. Es una lástima que para ellos no exista un efectivo insecticida en nebulizador. 

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