El mueble colonial español

El mueble colonial español

Durante la primera mitad del siglo XVI, los españoles que llegaban a las recién fundadas colonias llevaban consigo el mobiliario y las técnicas que, por aquel entonces, se utilizaban en España. Sillas de cadera, fraileros, arquillas de taracea, escritorios, camas de cordeles, mesas de campaña, marcos, baúles, arcas forradas de cuero para protegerlas durante el viaje.

Pronto se apreciaron las magníficas materias primas americanas y, los primeros carpinteros y laceros que desde la península habían llegado a las colonias, enseñaron las técnicas a los indígenas quienes, a su vez, aportaron sus conocimientos en el tratamiento de las maderas locales y sus modos decorativos que enriquecieron y modificaron el mueble, creando bellas obras que volvieron a España como objetos de lujo.

La presencia de artesanos europeos en México debió de ser abundante; el mayor número de carpinteros desde 1580 a 1650 corresponde a los sevillanos, gallegos, flamencos, portugueses y en menor número, a otras regiones. En la fabricación del mobiliario mexicano interviene decisivamente su situación de puente en el tráfico marítimo entre Europa y el Extremo Oriente.

La región de Michoacán se convirtió en importante centro comercial. Patzcaro era la sede de la Real Aduana, donde se revisaban los cargamentos. Son relativamente pocos los muebles que se importan, siendo muy apreciadas las lacas chinas, las porcelanas, la filigrana y el cobre esmaltado de Cantón, que se hacía sobre estructuras europeas, conservándose entre otros, el púlpito de San Miguel en Tlaxcala, hecho con un biombo japonés del siglo XVI en laca dorada y policromada y las rejas de la catedral de México, hechas en Macao por artesanos japoneses según diseño mexicano.

Las ‘lacas de la China’ tuvieron gran acogida en Patzcuaro, creándose en toda la región de Nichoacán una artesanía floreciente, ayudados por el conocimiento de los indígenas, pues está demostrado que la laca ocupaba un lugar importante en el México precolombino. Hacen excelentes escritorios, cajas, baúles y cestones, bateas, jícaras y bufetes con otras muchas curiosidades.

Contrariamente a la afirmación de algunos historiadores, la técnica de la laca o maque es oriunda de México, independientemente de la tradición del Lejano Oriente. Consiste en la aplicación de capas sucesivas de una sustancia grasosa y de una mezcla de polvos calcáreos y colorantes, que pueden ser naturales o sintéticos. Cada capa es inmediatamente pulida, para sacarle brillo. Se forma así una superficie tersa de color, integrada completamente a la base, generalmente un bule o un objeto de madera. Las substancias grasosas son el aje, extraído de un insecto y el aceite de chía, que es una planta; ambos son nativos del suelo americano y se han usado desde tiempos prehispánicos. Recientemente se usa también aceite de linaza, de calidad inferior y a veces el maque es substituido por laca automotriz.

Junto con el maque, la técnica decorativa más importante de México colonial, fue la aplicación de placas de carey en la región de Puebla. Muy arraigada estuvo la industria de los cordobanes, fabricándose en Campeche arcones encorados, sillones de cadera y fraileros, retablos de altar y púlpitos. Mexicanas son, las maletas llamadas almofres, de caña de maíz forradas en cuero rojo y bordados con hilo de maguey.

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