JOHANNESBURGO. AFP. El mundo entero, de los sudafricanos bailando en Soweto a los jefes de Estado y grandes personalidades, rindió homenaje este viernes a Nelson Mandela, prometiendo que su infatigable combate por la reconciliación y contra el racismo seguirían siendo fuente de inspiración.
El presidente sudafricano, Jacob Zuma, anunció funerales nacionales para «Madiba» (nombre de clan de Mandela), «hijo excepcional de nuestro país y padre de nuestra joven nación». Nelson Mandela, fallecido el jueves a los 95 años de edad, será enterrado el 15 de diciembre en su pueblo de Qunu (sur), anunció Zuma.
Cinco días antes, el 10 de diciembre, tendrá lugar una ceremonia nacional en memoria de Mandela en el stadio de Soweto, dijo Zuma. Nelson Mandela «será enterrado el 15 de diciembre en Qunu, en la provincia oriental del Cabo», declaró Zuma en un discurso televisivo.
El 10 de diciembre se llevará a cabo una ceremonia oficial en el estadio Soccer City de Soweto, cerca de Johannesburgo, agregó el presidente sudafricano.
Los restos mortales de Mandela serán expuestos en Union Buildings, sede de la presidencia en Pretoria, del 11 al 13 de diciembre.
«Trabajaremos juntos para organizar los funerales más dignos para este excepcional hijo de nuestro país y padre de nuestra joven nación», añadió el presidente sudafricano, quien agradeció todos los mensajes de condolencia enviados desde Sudáfrica y el resto del mundo. La semana próxima fue declarada «semana nacional de luto». El domingo 8 está previsto un «día nacional de rezo y de reflexión».
Sudáfrica se prepara para acoger a los jefes del Estado de todo el mundo para los funerales de Mandela. «Un héroe de la humanidad», según el diario sudafricano The Star, para el que Mandela era el ídolo de todo un pueblo por su papel decisivo en la lucha contra el régimen segregacionista del apartheid que terminó en 1994.
«Madiba», nombre de su clan tomado como apelativo cariñoso por los sudafricanos, falleció en su casa a consecuencia de una infección pulmonar por la que había sido hospitalizado de junio a septiembre.
Las reacciones internacionales a su muerte no se hicieron esperar. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, le calificó de «fuente de inspiración» para todo el mundo. En Estados Unidos, el presidente Barack Obama, también primer presidente negro de su país, ordenó que las banderas ondearan a media asta hasta el lunes por la noche.
En París, una cumbre para la paz y la seguridad en África, se abrió simbólicamente bajo la presidencia del premio Nobel de la Paz de 1993. «El mundo está en duelo. Nelson Mandela cambió mucho más que Sudáfrica, él aceleró el curso del mundo», dijo el presidente francés François Hollande, que abrió la reunión rindiendo un homenaje solemne al expresidente sudafricano.
El Dalai Lama, otro premio Nobel de la Paz, dijo por su parte haber perdido un «querido amigo». El papa Francisco rindió un emotivo homenaje a Mandela, por haber creado «una nueva Sudáfrica». El mundo del deporte, al que Mandela se sentía muy unido, no se ha quedado al margen.
«Consiguió hacer del mundial de rugby de 1995 un instrumento para favorecer la emergencia de una nación, justo un año después de las primeras elecciones democráticas en Sudáfrica», recordó el presidente de la federación sudafricana de rugby, Oregan Hoskins. En Brasil, que acoge el viernes el sorteo del próximo mundial de fútbol, la emoción estaba también a flor de piel.
«Era mi héroe, mi amigo, mi compañero en la lucha en favor de la causa del pueblo y por la paz en el mundo», escribió en su cuenta Twitter Pelé, la leyenda del fútbol brasileño.
Homenaje en su casa en Johannesburgo. En Sudáfrica, desde el anuncio del fallecimiento, cientos de personas se concentraron durante la noche cerca de su casa en Johannesburgo.
El ambiente no era de recogimiento sino de celebración, con cantos antiapartheid o en homenaje a Madiba, retomados a coro por la multitud. «¡Viva Mandela!» o «¡Larga vida a Mandela!», gritaban.
Los habitantes de Soweto, antiguo gueto negro durante el apartheid donde vivió Mandela y donde empezó la revuelta contra la opresión de los negros, mostraban el viernes su gratitud. «Se produjo lo inevitable. Es un día triste pero podemos dar gracias a dios por el trabajo de su vida», dijo a la AFP Sebastián, un sacerdote de 35 años, ante la iglesia católica Regina Mundi, también símbolo de la lucha antiapartheid.
«A lo largo de veinticuatro años ¡desde su liberación¿, Madiba nos ha enseñado como vivir juntos y creer en nosotros mismos y en cada uno», declaró por la tarde otro héroe de la lucha antiapartheid, el arzobispo anglicano Desmond Tutu, considerado a sus 82 años como la consciencia moral de su país.
«Una inspiración para todo el mundo». «Él era una inspiración para todo el mundo», indicó Frederik de Klerk, último presidente blanco de Sudáfrica, que liberó a Mandela antes de negociar la transición democrática y compartir con él en 1993 el precio Nobel de la Paz. Nelson Mandela, que cumplió 95 años el 18 de julio, había sido hospitalizado en cuatro ocasiones desde diciembre de 2012, siempre a causa de infecciones pulmonares.
Estos problemas estaban probablemente relacionados con las secuelas de una tuberculosis contraída durante su estancia en la isla prisión de Robben Island, frente a las costas del Cabo, donde pasó dieciocho de sus veintisiete años de detención en las prisiones del régimen racista del apartheid.
Mandela pasará a la historia por haber negociado con el gobierno del apartheid una transición pacífica hacia una democracia multirracial y por haber evitado a su pueblo una guerra civil que, a principios de los años 1990, parecía prácticamente inevitable.
Bajo los colores del Congreso Nacional Africano (ANC) Mandela fue el primer presidente de consenso de la nueva nación del «arco iris», entre 1994 y 1999.
«Sonrisa en los labios». «No dudo ni un momento que cuando entre en la eternidad lo haré con una sonrisa», dijo entonces, feliz de ver a su país crecer en paz tras décadas de segregación racial. Nelson Rolihlahla Mandela nació el 18 de julio de 1918 en el pueblito de Mvezo, en el Transkei (sureste) en el seno del clan real de los Thembus, de etnia xhosa, pero pronto se trasladó al pueblo vecino de Qunu, donde pasó, según dijo, sus «años más felices», una infancia libre en el campo quizá idealizada, antes de recibir una buena educación.
Casado tres veces y padre de seis hijos -tres de ellos fallecidos-, Mandela fundó la Liga de la Juventud del ANC y asumió rápidamente las riendas del partido, al que consideraba demasiado débil ante un régimen que institucionalizó el apartheid en en 1948. Al ser prohibido el ANC en 1960, Nelson Mandela pasó a la clandestinidad y fue detenido de nuevo en 1962 y condenado a cadena perpetua dos años más tarde.
Ausente de la escena pública desde 2010, Mandela se convirtió en un héroe mítico, intocable, respetado tanto por el poder como por la oposición. Sus compatriotas tardarán en olvidar su cálida y magnética sonrisa.