En los debates que se generan en las plataformas virtuales con sectores académicos, analistas sociales y políticos se ha referido, con mucha razón, que la crisis de la pandemia del Coronavirus (COVID-19) no es tan solo de índole sanitaria, sino también, económica, social, política y global. Es por esto que, reflexionar sobre los desafíos y los efectos a corto y largo plazo al que nos vamos a enfrentarnos por el COVID-19, amerita de respuestas que ayuden a los que abordan esta crisis a aplicar medidas y decisiones prácticas y efectivas sobre el panorama que tendremos al terminar esta pandemia.
En primer lugar, el dialogo permanente entre los países de nuestra Región es imprescindible. Europa y América Latina pueden ser actores claves en la búsqueda de soluciones para abordar los efectos del COVID-19, a través de las instituciones de Educación Superior y los organismos internacionales, quienes están llamados a propiciar espacios para encuentros virtuales entre gobiernos, sindicatos, líderes políticos, movimientos sociales, y otros actores, a fin de buscar soluciones y poniendo poner a disposición los científicos para el abordaje y gestión de esta crisis.
Uno de los desafíos más agudos de la crisis sanitaria generada por el Coronavirus (COVID-19) es el impacto que produce esta pandemia sobre la democracia, por el riesgo de inestabilidad política y social, y por la posible agudización de las desigualdades existentes. Para reducir la brecha social que se ha ampliado con la expansión del COVID-19, y el incremento de la necesidad de las personas de servicios básicos que contribuyan a mitigar la escases que enfrentan las familias que han visto reducir sus ingresos, se aplica la máxima de que el mercado a un lado y el cuidado de la vida y la integridad de las personas en el centro de las políticas.
Otro riesgo que en la actualidad nos enfrentamos por la pandemia del COVID-19 es la crisis laboral, con la característica adicional que en América Latina, antes de esta crisis sanitaria, era comprobable y evidente la abismal desprotección social y la inestabilidad en el mercado laboral. Es por esto que tenemos que abordar este problema desde una forma integral, colocar en la discusión lo que viene en el porvenir: una crisis del sistema universal de protección de salud que pueda empeorar las brechas de las desigualdades los servicios sanitarios. Es evidente que la pandemia del Coronavirus dejó al descubierto el deficiente acceso universal a la salud, en América Latina se reflejaron las carencias de la calidad del sistema de atención sanitaria.
Esta es también, una oportunidad para redefinir el modelo económico, con un nuevo pacto social que coloque en la discusión el acceso a bienes y servicios comunes en nuestra región, así, la democracia puede ser un tema central en América Latina y el Caribe.
El Coronavirus (COVID-19) también ha mostrado distintos matices de liderazgos en la gestión de esta crisis, unos erráticos como el del presidente Jair Bolsonaro, de Brasil; otros, que han sobredimensionado el abordaje del COVID-19, y lo han enfrentado desde una óptica política electoral, o mejor dicho, meramente proselitista, o vulgarmente asistencialista.
Una profunda reflexión en el análisis político han advertido que la ola neoliberal en América Latina, o los gobiernos neoliberales han tenido que acudir a políticas de tendencias progresistas para enfrentar la Pandemia. Por ejemplo, en Brasil, a pesar de que fue vilmente criticada la política de asistencia social implementada durante los gobiernos de Lula, y continuadas por su sucesora Dilma Rouseff, sin embargo, hoy, la extrema derecha liderada por el Jair Bolsonaro, tuvo que crear una renta mínima de 115 dólares por mes para ayudar a las familias con bajos ingresos ante la crisis económica. Tuvo que dejar de lado políticas que son meramente neoliberales porque la realidad les ha dado en la cara: los más impactados son la población pobre y negra de la sociedad Brasileña.
Otro problema público que ha dimensionado la crisis de la pandemia COVID-19 tiene que ver con el acceso a las tecnologías de la información, que en muchos casos, cuando es deficiente se refleja en desigualdades y falta de acceso de los ciudadanos para poder tramitar los servicios que ofrece el Estado.
¿Qué pasará después del COVID-19?
Comparar esta crisis de dimensiones sanitaria, social, política, económica y global generada por el Coronavirus (COVID-19) con otras anteriores es muy difícil, sin embargo, cada una de ellas ha terminado con cambios en las relaciones publico – privadas, y en el modelo de desarrollo de la Región.
La crisis financiera mundial de los años 30’ (la gran depresión), removió por completo un modelo de exportaciones, el comercio internacional se redujo por completo, se agudizó el desempleo, se desplomaron drásticamente los ingresos fiscales en todos los países, y ante este panorama sombrío germinó el nacional- socialismo y la llegada de Adolf Hitler al poder.
La crisis de la década de los 80’ (la década perdida de Latinoamérica) produjo el quiebre de muchos Estados, el crecimiento de la deuda externa de los países de la región y la excesiva reducción del poder adquisitivo de la gente puso en crisis la confianza en el Estado, se fortaleció el sector privado, e hizo resurgir la época del neoliberalismo.
¿Qué tipo de impacto va a tener el COVID-19? “El Estado ha vuelto”
En estas circunstancias utilizo la expresión “El Estado ha vuelto” para rescatar la economía.
Las medidas económicas que en América Latina se están implementando han demostrado que hay un resurgir de la acción del Estado. Se han puesto en marcha cambios profundos en la gestión del modelo económico. Se observa la aplicación de medidas que se introducen para reactivar la economía, lo que crea un balance distinto entre el sector privado y el Estado.
La intervención del Estado a través de los paquetes de ayuda y planes de asistencia social, muchas veces con préstamos internos y otras en el mercado financiero internacional, tiene una fuerte incidencia en el crecimiento económico a largo plazo. Algunos países serán muy dependientes de los organismos internacionales, y otros de bancos internos, sus ingresos fiscales volverán a ser limitados para el pago de la deuda, y posteriormente, se reducirá su capacidad de inversión en planes y políticas sociales.
Como hemos referido, el efecto evidente es el cambio entre las relaciones entre el Estado y el sector privado, entra aquí un asunto de Legitimidad del Estado.
La manera en que los gobiernos gestionan la crisis de la pandemia es un asunto que puede generar confianza o legitimidad en los gobernantes, o por el contrario, desconfianza en sus decisiones. Por ejemplo, la crisis del 2008 generó desconfianza en las elites económicas y políticas, pues se demostró la complicidad de las elites financieras y los gobiernos, quienes habían causado la crisis, y No la gente que fue víctima de esas maquinaciones. La Desconfianza se produjo, y lo que vino después fue el populismo.
Los gobiernos han logrado ser el actor de la acción y gestión de la crisis sanitaria de esta pandemia. El poder del Estado se ha incrementado para penetrar a la sociedad. Estados muy débiles de repente han logrado que se cumpla la cuarentena en gran medida, en otros no son los Estados, sino grupos armados locales como en las favelas de Brasil, los grupos criminales organizados con control social en México, y en algunos lugares como el Salvador, las maras han implementado su dominio en algunos territorios.
No hay dudas de que esta pandemia ha puesto en el tablero de la reflexión y la discusión en el análisis político si los(as) ciudadanos(as) creen que los Estados, desde sus estructuras políticas tendrán el interés y la capacidad para propiciar reales transformaciones estructurales en los sistemas económicos y de salud en América Latina y el Caribe.
También, hay un resurgir de los enfrentamientos entre las elites económicas y políticas, que en ocasiones se refleja en tensiones con el Poder Ejecutivo cuando hay una diferencia entre la intervención mínima del Estado.
Finalmente, lo público y el interés colectivo tienen más relevancia ante esta pandemia. El bien común, la reorientación de la economía y la sociedad en defensa del interés público, mas allá de la emergencia y el intervencionismo del Estado, buscan garantizar la universalidad de las políticas públicas, pero nos enfrentamos a los hiper-presidencialismos, nuevos populismos, presencia del Estado autoritario vs capitalismo, la gran usencia del Estado para garantizar servicios básicos, y el atrincheramiento neoliberal de las elites financieras y económicas.
Ante este panorama de crisis sanitaria que nos deja la pandemia del Coronavirus (COVID-19) “el Estado ha vuelto”, como una exigencia para garantizar la defensa de los derechos humanos, políticos, sociales, económicos, y medioambientales, más allá de la discusión de intereses particulares.