Los expertos y analistas en asuntos internacionales han tratado de dar explicaciones sobre el conflicto entre Rusia y Ucrania, cada uno desde su óptica y conocimiento. Cargados de verdades o sesgados, pero la verdad es que se ha extendido mas allá de lo que algunos pensábamos. Debo admitir que me suscribo entre los que han llegado a entender que más que otra cosa, se trata de una especie de acomodo estratégico entre las naciones poderosas.
De una lucha de poder a mediano y largo plazos. Cada quien preparándose para colocarse en un lugar que le permita, no solo superar la gran crisis que sacudió el mundo con la pandemia, de la cual ya pocos destacan, sino para soportar más allá de lo que se pueda imaginar, la extensión de las secuencias económicas que acarreó dicho maligno virus.
Pero si hay algo que debe preocupar a quienes aún distantes del lugar del conflicto ya estamos sintiendo las consecuencias económicas de forma directa, es la de la poca madurez y sensatez conque a nuestro juicio han actuado actores que debieron colocarse por encima de la crisis. Convirtiéndose en verdaderos árbitros. Con verdadera vocación de solución. No involucrándose, sino procurar soluciones.
Eso debe poner a las naciones a pensar. Porque da la impresión de que hacen falta gorros de agua fría sobre las nucas o cabezas de muchos líderes. De organismos internacionales.
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Gracias a Dios que todavía quedan personalidades como el papa Francisco, capaces de hacer esfuerzos e incluso dispuestos a dialogar en la búsqueda de un fin al conflicto que no solo provoca pérdidas humanas, que es lo más sagrado sobre la tierra, ya que son una creación a imagen y semejanza de la divinidad, sino que provocan situaciones que luego de la crisis de la pandemia, pueden causar males difíciles de superar en tiempo corto.
En todo conflicto siempre habrá una responsabilidad mayor entre cualquiera de los contendores. Siempre habrá culpables para unos o víctimas para otros. Por eso se dice ante una situación de tal magnitud, nunca debe verse o analizarse como si se tratara de una fotografía, sino como un video o película. Desde antes del conflicto hasta el final. Porque así se pueden ver las cosas con más detalles.
De todas maneras, ante la presencia de una situación como esta., sobre todo después de tanta sangre derramada, únicamente tratando de establecer responsabilidades, difícilmente podrá lograrse una conciliación por la vía del diálogo o el entendimiento, ya que las pasiones tienden a obnubilar las mentes.
La solución definitiva, siguiendo los lineamientos de algunos pensadores, solo se lograría con el aplastamiento de una parte o ante el rendimiento de la otra parte. Pero no creo que sea tan fácil una salida de esa manera. El costo podría ser incalculable. Por eso tienen tanto valor las intenciones del Santo Padre Francisco de servir de ente de paz y entendimiento.
Ponerle fin al conflicto bélico de forma negociada, de por sí sería un gran logro. Y espero que el Papa con su capacidad y su fuerza moral pueda lograrlo. Que Dios así se lo permita.