El mundo gira, gira, gira

El mundo gira, gira, gira

Bonaparte Gautreaux Piñeyro

El mundo gira, gira, gira. Por los apellidos, algunos de los principales atletas de hoy son de origen haitiano. La discusión, la toma de posiciones sobre la nacionalidad no terminará nunca, como no terminarán las discriminaciones, especialmente las que marcan la riqueza-pobreza y las raciales, blanco-negro, anglosajón-aborigen (caso de Estados Unidos) y otras formas de desprecio contra seres humanos iguales que los discriminadores.

En la novela “Calle Mayor” (cito de memoria) el novelista norteamericano Sinclair Lewis habla de la discriminación a inmigrantes provenientes de países del norte de Europa, insospechables de negritud, por ejemplo.

A los discriminados se les reconocen sus habilidades y excelencias para los deportes, especialmente de campo y pista, boxeo, el rudo fútbol americano, cada uno de sus triunfos es exaltado y aplaudido sin discriminación, con cada éxito son admitidos en círculos de discriminadores y engreídos.

El asunto es como para estudiarlo mejor, analizarlo mejor, llegar a conclusiones que sean realmente válidas, que no estén marcadas por pesadillas, temores, miedos, ignorancia porque ahora parece, más que nunca, que “El mundo es ancho y ajeno” como el título de la novela del peruano Ciro Alegría.

Cuando se delimitaron los países por fronteras artificiales trazadas por el hombre, comenzó una distorsión de la historia que continúa hasta hoy, pese a los esfuerzos de Europa por lograr una respuesta común a los problemas comunes.

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No sé de ningún sabio a quien se le haya ocurrido alterar el curso del río Danubio, el segundo más grande de Europa después del Volga, atraviesa ni más ni menos que diez países: Alemania, Austria, Eslovaquia, Hungría, Croacia, Serbia, Rumanía, Bulgaria, Moldavia y Ucrania. Por si fuera poco, su cuenca se extiende también por la República Checa, Suiza, Eslovenia, Bosnia y Herzegovina y Montenegro.

La discriminación y el egoísmo son siameses, en el caso de Ucrania-Rusia se ve cómo Europa abre sus puertas y manifiesta su solidaridad con los ucranianos, blancos, europeos, pero maltrata a los africanos que huyen del hambre, la violencia y luchan por el derecho a una vida mejor.

Ese es el caso de los haitianos. No los queremos aquí. Los queremos en Haití. ¿Qué convirtieron su país en un erial? Es su problema y no queremos que vengan al nuestro a practicar su cultura de tierra arrasada, que solo les ha dejado miseria y el mar para que huyan y la frontera común, donde solo son recibidos cuando vienen a trabajar en las labores que los dominicanos entendemos esclavizantes.

No queremos bajar el lomo para recoger el café, el cacao, el arroz, el maíz, para atender el ganado, como obreros de la construcción. En el extranjero somos unos modelos de trabajadores aquí todos queremos ser licenciados en cualquier vaina.

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