El mundo necesita un FMI duro e independiente

El mundo necesita un FMI duro e independiente

POR MARTIN WOLF
Si el Fondo Monetario Internacional no existiera, no lo volveríamos a inventar. Esto no es porque sea inútil, sino porque al mundo de hoy le falta el coraje y la visión para crear instituciones multilaterales poderosas. Ese hecho por sí mismo hace invaluables las que hemos heredado. Aún así, ellos tienen que mantenerse al día. De otra forma, corren el riesgo de sufrir una senectud prolongada  Este peligro amenaza ahora al Fondo.

Hay que enfrentar tres cuestiones. Primero, ¿cómo ha cambiado el mundo desde la conferencia de 1944 en Bretton Woods, New Hampshire, donde se creó el Fondo? Segundo, ¿cuál es -si es que existe- su papel contemporáneo? Tercero, ¿qué cambios son necesarios si es que va a asumir ese papel? Marvyn King, gobernador del Banco de Inglaterra tocó estas tres cuestiones en un discurso que provoca pensar en nueva Delhi hace una semana.*

Si la respuesta a la segunda pregunta fuera “ninguno”, no tendríamos que ir más lejos. No lo es. Una institución preocupada por la estabilidad económica continúa teniendo su papel. Pero el mundo ha cambiado en aspectos fundamentales. El sistema de tasas de cambio casi fijas entre todas las monedas importantes se desvaneció en la década de 1970.

Los controles a la cuenta de capital han desaparecido en los países de altos ingresos y están en camino de hacerlo (o ya se han eliminado) en muchos países emergentes. Además, no solo los flujos de capital privado y tenencia de activos extranjeros superan los recursos del Fondo, sino que también lo hacen las reservas en divisas. Finalmente, el uso de los recursos del FMI han caído a niveles mínimos, aunque esto pudiera volver a cambiar. Hoy, sin embargo, solo Turquía debe 72% de la cantidad total adelantada de US$18,2 millardos bajo acuerdos normales.

Dadas estas realidades, el señor King reporta críticas de que el Fondo “ha perdido el rumbo”. Está de acuerdo en que su “destino no está claro”. Por eso vamos a aclararlo. ¿Cuáles son los productos públicos que una institución como esa debe aportar? Caen en seis categorías: información, análisis, asesoramiento a gobiernos individuales; asesoramiento sobre la coordinación de políticas; manejo de “default” y préstamos de emergencia.

Al estar preocupado específicamente con la estabilidad monetaria internacional, el señor King se concentra en el suministro de información, análisis y asesoramiento necesario para la cooperación internacional. Específicamente, recomienda la ejecución de tres tareas: primero, el FMI “debe aportar y compartir una parte de la información sobre las hojas de balance de todos los grandes países, sus composición y tamaño, y los vínculos entre ellos”; segundo, debe Estimular a los países a que cumplan sus compromisos entre sí al promover una mayor transparencia sobre las políticas nacionales”; y tercero, debe aportar “un foro para que las autoridades nacionales discutan los riesgos para la economía mundial”.

El punto de vista del señor King no es un caso aislado. El propio Rodrigo Rato, el director administrativo del Fondo, ha declarado que “necesitamos un enfoque más adecuado de nuestra supervisión, particularmente de las economías más grandes, sistémicamente importantes”.** El señor King observa, sin embargo, que el único activo del Fondo es el poder de análisis, persuasión y ”decir crudamente la verdad”, en las palabras de John Maynard Keynes. Esa frase, dice, no “trae muchos recuerdos de ninguna de las muchas reuniones internacionales a las que he asistido”. Si esto va a cambiar, el FMI necesita una “voz independiente, respetada y clara”.

¿Agotan las tres tareas del señor King el papel del Fondo? La respuesta es “no”.

Primero, el Fondo continúa teniendo un papel como asesor sobre la estabilidad fiscal, monetaria y financiera para los países que carecen de significación sistémica. Se suele adelantar el criterio de que esos consejos solo funcionan cuando van acompañados de préstamos. Pero esto indica que los receptores no valoran el asesoramiento.

Segundo, el abandono de un papel activo en tratar con la insolvencia y la iliquidez sería una lástima. El fondo debería guiar a las partes a una razonable distribución de la carga en el caso de una cesación de pagos. Lo ideal es que el Fondo también debería guardar reservas mayores, puesto que es costoso para los países auto-asegurarse en la escala actual.

La inversión de US$4,100 millardos de reservas en divisas en noviembre del año pasado fue una bendición para países cuyas obligaciones estaban nominadas en esas divisas, pero imponer un costo sustancial a los que invirtieron en ellas. Sin embrago, mantener reservas en una escala suficiente para hacer frente a otra crisis sistémica requeriría recursos mucho mayores del FMI de los que es probable que se acuerden.

Sin embargo, en la práctica el señor King ha definido las tareas que son importantes y factibles. Si el FMI va a rendir, tiene que ser independientes de manera creíble. Deberíamos, sugiere, retroceder hasta el concepto original de Keynes de un FMI bajo el control de director administrativo con una supervisión de directores ejecutivos a medio tiempo.

La interferencia constante de la actual junta de residentes subvierte su independencia. Con la tecnología de transporte y comunicaciones de hoy en día, una junta directiva no residente pudiera hacer el trabajo. Además, sugiero yo, el director administrativo debería ser seleccionado entre una reserva global de candidatos por un periodo no renovable de no menos de seis años. 

La reforma del FMI no agota la agenda de la estabilida monetaria internacional. Como apunta el señor King, el crecimiento de los grupos “G” -el G7, el G20 y otros- se ha vuelto un cáncer. La mayor prioridad es ampliar las reuniones de los ministros de finanzas y banqueros centrales del G7 para incluir otros países importantes desde el punto de vista sistémico, en particular China. El personal del Fondo también necesita que se le permita aportar asesoramiento y análisis plenamente independiente a ese G7 reformado.

Seamos despiadados: el FMI está en el borde no solo de la “oscuridad”, como indica el señor King, sino de la futilidad. Sin embargo, las grandes tareas persisten. Aún si su papel como prestador de último minuto está cayendo en el suspenso, todavía es capaz de guiar la toma de decisiones nacionales, en especial para el fortalecimiento de la estabilidad global.

Sin embargo, si fuera a hacer eso, tiene volverse una organización terca e independiente, dispuesta y ser capaz de criticar gobiernos poderosos públicamente y con fuerza. Un FMI de esa naturaleza es lo último que desearían sus poderosos accionistas ahora. Sin embargo, es por su propio interés a largo plazo. De manera creciente, han reconocido esta lógica en la creación de una banca central independiente. Deberían reconocer la misma lógica en la creación de una supervisión global independiente.

VERSION: IVAN PEREZ CARRION

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