La tarde del miércoles 6 de enero 2021 es una fecha grabada en mi abusada memoria bajo el título de: ¡No puedo creer lo que mis ojos están mirando! Observé la fecha en el calendario; no era 28 de diciembre, Día de los Inocentes; era la tradicional fiesta católica de Reyes.
Sin embargo, no eran niños con juguetes lo que las pantallas del televisor y mi teléfono inteligente proyectaban. Se trataba de una muchedumbre blanca partidaria del saliente presidente de los Estados Unidos, quienes llevaban a cabo una manifestación frente al Congreso de su país.
Exigían los convocantes que los congresistas de la nación más poderosa del mundo se abstuvieran de proclamar oficialmente ganador de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre de 2020 al señor Joe Biden. Para mí era impensable que, en la patria de George Washington, Thomas Jefferson, Abraham Lincoln y de Martin Luther King junior, entre otros, se pudiera escenificar un asalto al Capitolio. Cosas veredes, amigo Sancho, diría algún tunante.
Por mi parte, el pensamiento se me trasladó a una obra literaria que releo con suma frecuencia. Se trata del libro Patas Arriba, escrito por el fenecido, pero siempre recordado periodista y escritor uruguayo Eduardo Galeano.
El autor de Las venas abiertas de América Latina es uno de los prosistas que más he admirado por ser un artista de las señales escritas, quien en pocas palabras solía plasmar los pensamientos más profundos. Imaginaba a Galeano contemplando aquel feo espectáculo político y diciendo: “La escuela del mundo al revés es la más democrática de las instituciones educativas.
No exige examen de admisión, no cobra matrícula y gratuitamente dicta sus cursos, a todos y en todas partes, así en la tierra como en el cielo: por algo es hija del sistema que ha conquistado, por primera vez en toda la historia de la humanidad, el poder universal. En la escuela del mundo al revés, el plomo aprende a flotar y el corcho, a hundirse.
Las víboras aprenden a volar y las nubes aprenden a arrastrarse por los caminos…El mundo al revés nos enseña a padecer la realidad en lugar de cambiarla, a olvidar el pasado en lugar de escucharlo y a aceptar el futuro en lugar de imaginarlo: así practica el crimen, y así la recomienda. En su escuela, escuela del crimen, son obligatorias las clases de impotencia, amnesia y resignación…”
Ante los acontecimientos trágicos que los Reyes Magos permitieran a un grupo de fanáticos que en Norteamérica se aprovecharan de su día para hacer noticia, solicito la potente linterna de otro venerado intelectual, el estadounidense lingüista Noam Chomsky. Observemos el haz luminoso que Chomsky nos regaló el 7 de noviembre de 2020: “Trump ha mostrado su genialidad al hacer brotar las venenosas corrientes que circulan por debajo de la superficie de la sociedad americana.
Artísticamente ha alimentado y amplificado las corrientes de la supremacía blanca, del racismo y la xenofobia que tienen profundas raíces en la historia y la cultura americana, exacerbadas por el temor de que “ellos” se adueñarán de “nuestro” país reduciendo la mayoría blanca… Trump tiene razones poderosas, incluyendo su futuro personal, por lo que tratará de mantenerse en el poder por los medios que sean… Su inclinación por destruir todo cuanto él no ha creado, sin importar lo costoso que resulte, no debe ignorarse. Podría decidir irse a la quiebra”
Gracias Noam por esa claridad.