El muro fronterizo

El muro fronterizo

Aunque mucha gente lo dude,  en  nuestro país viven más de dos millones de haitianos, la mayoría indocumentada. O sea, sin la visa necesaria.

Esa cifra espanta a los que saben de historia patria.

Aunque los tiempos actuales son otros,  nunca es tarde para tomar toda suerte de precauciones para proteger el llamado “muro fronterizo”, que no es otra cosa que la línea divisoria que divide la República Dominicana de Haití.

Ya he escrito en otras ocasiones sobre el asunto. Pero hace pocos días vi un grupo de siete haitianos sentados en el malecón, cerca del Centro de los Héroes, a pocas cuadras de mi domicilio. En la tarde, cuando regresaba a mi hogar, vi el mismo grupo en el mismo lugar. No supe si habían almorzado.  Ni me detuve a preguntarle.

El caso es que  aquí viven  numerosos haitianos, miles de ellos, que cruzaron la frontera y buscaron trabajo en la industria de la construcción. Si alguien quiere saber cuál es el promedio  de haitianos que viven aquí, solamente tienen que hacer un pequeño censo en las grandes obras que se construyen  y se harán una idea.

Y en los campos de caña el asunto es peor. Tal parece que a los dominicanos  no les gusta cortar caña. Y los comprendo, pues  es un trabajo arduo. Pero la caña hay que cortarla, para que nuestros centrales procesen el azúcar.

El dominicano no es muy dado a pasarse el día cortando caña, no importa a cómo paguen la tonelada.

O sea, muchos dominicanos prefieren vivir del cuento, antes que fajarse a cortar caña, que es un trabajo  duro, pero que permite a cualquier padre de familia ganarse el sustento honradamente.

 Sin embargo, ya hay maquinarias que anula al hombre en el duro trabajo de cortar caña.

Y muchos, que hoy mantienen sus familias, precisamente cortando la caña, podrían verse dentro de poco tiempo desempleados.

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