El muro

El muro

Claudio Acosta

Aunque de seguro disparó los niveles de aceptación del presidente Luis Abinader, no todo el mundo está de acuerdo con el muro que empezó a construir en la frontera, entre los que hay que incluir a los políticos desmemoriados que olvidaron que en otro momento, cuando estaban en el gobierno, lo apoyaron con entusiasmo, tal y como hacen ahora los que desde la oposición se opusieron rabiosamente a su levantamiento.

Pero casi todos los que han opinado sobre el tema, y probablemente también los que miran el debate desde las gradas sin decir esta boca es mía, coinciden en que no será suficiente para resolver el problema de la inmigración ilegal haitiana, que siempre encuentra la manera de colarse por las porosidades de una frontera extensa y abrupta, que empiezan en el negocio que siempre ha sido para quienes la custodian en nombre de la defensa y preservación de nuestra soberanía e integridad territorial.

¿Una nueva ruta?

Tampoco impedirá, señalan, el ingreso ilegal de todo tipo de mercancías, incluidas armas y drogas, pues los traficantes siempre se las arreglan para hacerse invisibles.

Eso quiere decir, en conclusión, que son pocos los que piensan que esa situación cambiará con su construcción.

Y la razón de que las expectativas alrededor de su utilidad sean tan bajas a pesar de que tanta gente lo apoya es la corrupción nuestra de todos los días, para la que esta sociedad no ha encontrado respuesta efectiva, mucho menos en la lejana y olvidada zona fronteriza donde los guardias son ley, batuta y Constitución.

Lo que sí ocurrirá, como han advertido legisladores fronterizos, es que la construcción de “la valla perimetral inteligente”, como el gobierno prefiere llamar al muro, encarecerá los “servicios” que ofrecen las mafias que de este y aquel lado dirigen el tráfico de ilegales, que deben estar de plácemes, como lo harán también los que cobran por mirar para otro lado cuando tratan de ingresar a territorio dominicano.

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