Asunción. EFE. El Museo del Barro o Centro de Artes Visuales de Asunción, que sobrevivió a desastres políticos como la dictadura militar, y naturales, como un tornado que arrancó su tejado, es el único espacio en el país sudamericano que resume la esencia del arte cultural paraguayo contemporáneo y antiguo.
Tras su fachada de ladrillo visto se despliega un itinerario por el presente y el pasado artístico de Paraguay.
Las colecciones de miles de piezas de cerámica que dieron nombre al museo y del tradicional encaje de ñandutí se intercalan con las de arte ceremonial indígena y campesino, actual y precolonial.
Estas conviven con vitrinas de obras de arte sacro, fruto del sincretismo de la mano de obra indígena y la visión icónica barroca de los misioneros jesuitas y franciscanos del Paraguay colonial.
Para rematar el viaje histórico y multicultural que ofrece el acervo de casi 9 000 piezas, el museo reúne las principales obras de los artistas contemporáneos paraguayos más emblemáticos, como Osvaldo Salerno, Carlos Colombino, Núñez Soler, y Carlos Federico Reyes (“Mita’i Churi”), entre otros.
El museo nació en 1979 y abrió su primer local en San Lorenzo (Gran Asunción).