El Museo del Prado en el Parque Independencia

El Museo del Prado en el Parque Independencia

Cuando se presentó la exposición “Imágenes del Louvre: seis siglos de Pintura Europea” en la verja perimetral del Parque Independencia, numerosos fueron los espectadores que preguntaron si luego vendría, con ese mismo procesamiento, una selección de obras del Museo Nacional del Prado. El deseo del público, que testimoniaba su buen gusto y el ansia de conocer más del mejor arte europeo… a distancia, pudo cumplirse, cuatro años después, gracias al Centro Cultural Español, la Embajada de España, el Ministerio de Cultura dominicano, y por supuesto a un equipo del Museo del Prado, aunando tanto conservadores de pintura como especialistas en comunicación y educación. Ahora pues disfrutamos “El Museo del Prado en Santo Domingo”, en la mayor galería de arte dominicana, al aire libre y accesible a todos.

Una exposición de esta naturaleza y magnitud solamente se realiza si, previamente y junto a la organización local, los profesionales destacados en períodos, escuelas y artistas, que “conviven” con los cuadros del museo, pueden valorarlos teniendo en cuenta la destinación de sus imágenes y la receptividad cultural correspondiente. Así, del fondo museal de  millares de pinturas -de las cuales 8,000 españolas actualmente en colección-, los expertos madrileños escogieron a 129 obras maestras, las que nos deleitarán hasta entrado el mes de octubre.

Al igual que en la exposición del Louvre, su “hermana mayor”, las pinturas fueron reproducidas al tamaño real en base a fotografías digitales de muy alta resolución, en su mayoría específicamente tomadas para el evento. Ahora bien, alcanzando muchas pinturas grandes formatos -que sobrepasan el tamaño de las estructuras portadoras del parque-, se reproducen fragmentos y detalles, respetando siempre el concepto dimensional, pero presentando en las cartelas el conjunto del cuadro, para que el público “vea” la obra completa.. Ello forma parte de la función educativa y de la mejor apreciación posible de los originales, una  preocupación que sobresale en las cartelas acompañando cada imagen: la información correspondiente, a la vez síntesis y análisis, nos transmite datos históricos, técnicos y estéticos, de manera excelente. Cada ficha se convierte en  un pequeño ensayo…

Siete siglos de pintura. “El Museo del Prado en Santo Domingo” abarca una representación de la pintura europea, desde la alta Edad Media hasta inicios del siglo pasado,  aunque sean dos pinturas solamente de la pre-modernidad y que predomine ampliamente el clasicismo triunfante de los siglos XVII y XVIII –sin que olvidemos la entrada en materia del XVI  y el epílogo del XIX-. Los comisarios han concebido, más allá de una selección retrospectiva, una antología breve de  escuelas y genios incomparables, sobresaliendo cuantitativamente también El Greco, Velázquez y Goya, esos dos últimos con las pinturas emblemáticas del arte español, “Las Meninas” y “Los Fusilamientos del 3 de Mayo”. Ahora bien, una rápida reseña –por razones de espacio-  no debe generalizar ni limitar… La curaduría –aunque no nos guste el término en esta circunstancia-, muy sensible y racional, ha elegido una pléyade de artistas  magistrales, a la vez en sus respectivas épocas… y en la mirada actual, y ciertas obras más modestas ejercen una auténtica fascinación, como el alegórico y elegíaco “Agnus Dei” de Zurbarán y el insólito Bodegón de Sánchez Cotan, un símbolo de la perennidad estética.

A diferencia de la exposición del Louvre que, aun con una mayoría de franceses, mezclaba a las representaciones nacionales dentro de las sucesivas épocas y movimientos, el Prado ha preferido organizar la selección por bloques :  Escuela Española (66 obras), Escuela Flamenca (65 obras), Escuela Italiana (29 obras), Otras Escuelas (10 obras) -que consideramos un poco escueta-. Aparte de la cimera presencia española, cada ámbito foráneo tiene obras formidables -imposibles de citar siquiera- , entre ellas El Jardín de las Delicias de El Bosco, las Tres Gracias de Rubens,  o la Anunciación de Fra Angélico, El Cardenal de Rafael y el Autorretrato del Tiziano ya anciano.

En cuánto a los géneros y temáticas, predomina la pintura religiosa -que por cierto permite una expresión totalizante de la condición humana-, seguida por los retratos – ¡el de Goya es una maravilla!-, los temas mitológicos y eruditos, los paisajes e insuperables bodegones – ¡cuánto saboreamos el salmón de Meléndez!-.

La calidad de las reproducciones propicia, para muchas obras,  casi una sensación de ilusionismo o “trompe-l’oeil” del original: he aquí una contundente introducción a tesoros del Prado y la pintura occidental secular. Aconsejamos visitar esta exposición, durante el día, a la contemplación nocturna perjudican seriamente las deficiencias de la iluminación, ¡que pueden corregirse! Continuaremos escribiendo…

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