El Nacional, en su 50 aniversario

El Nacional, en su 50 aniversario

El nacimiento del vespertino El Nacional fue un grito de guerra. Cuando este diario fue fundado por el doctor Rafael Molina Morillo, actual director de El Día, hace hoy 50 años, el país vivía bajo el dominio de fuerzas resueltas a sepultar la libertad de expresión y difusión del pensamiento, propósito que tuvo su manifestación más grosera en octubre de 1965, cuando fueron dinamitadas las instalaciones de la revista ¡Ahora!. Del 11 de septiembre de 1966 en adelante, la libre expresión se abrió camino con el naciente vespertino como ariete.
Tal vez porque nació respirando los humos de la pólvora, El Nacional se constituyó defensor de quienes se sentían oprimidos, y asumió el desafío de publicar la verdad con toda su crudeza, abrió sus páginas a la pluralidad de opinión, y fijó desde su línea editorial su firme posición de defensa de las libertades y los mejores intereses del país.
La función jugada en estos 50 años por El Nacional explica por qué se ha constituido en “La voz de todos”. Nuestro reconocimiento póstumo al veterano Radhamés Gómez Pepín, por sus aportes para este éxito. Y nuestros parabienes para el actual director, Bolívar Díaz Gómez, y el equipo de trabajo que le acompaña en la tarea de relanzar y mantener en la vanguardia y la preferencia de lectores y anunciantes a este miembro distinguido del Grupo de Comunicaciones Corripio.

Reinserción social necesaria

A ninguna autoridad de este país parece preocuparle a qué se dedican aquí las personas que llegan repatriadas tras haber cumplido condenas por crímenes graves cometidos en Estados Unidos y otros países. Que se sepa, no hay ningún organismo que dé seguimiento a esas personas, y mucho menos programas destinados a reeducarlas y reintegrarlas a la vida productiva. Y la experiencia de muchos repatriados por haber incurrido en delitos no graves es que son rechazados cuando intentan conseguir trabajo.
De enero 2015 a julio 2016 ingresaron al país más de cuatro mil ex convictos deportados desde Estados Unidos. Esto es solo una fracción de los repatriados en diez años o más. Sin un programa de reinserción social para esta gente, las autoridades están descuidando una poderosa bomba social.

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