El necesario camino hacia un verdadero diálogo

El necesario camino hacia un verdadero diálogo

TIRSO MEJIA RICART
El triunfo electoral de Leonel Fernández el pasado 16 de mayo, fue fruto a la vez de su habilidad indudable y descomunal y del descarado uso de los recursos del Estado, cuyo costo total no se sabrá sino cuando haya una nueva situación política en el país. De hecho, al presente solo el PRD, un PRSC debilitado, algunos movimientos sociales responsables, parte reducida de la prensa y algunos intelectuales, parecen preocuparse por el creciente deterioro institucional y económico social que padecemos, y de la magnitud de la crisis que se nos viene encima.

Lejos de buscar un diálogo sincero, el presidente Leonel Fernández parece decidido a completar su búsqueda del despotismo total, con la captura de una mayoría sumisa en la Suprema Corte de Justicia, la reelección presidencial indefinida, el control de los sindicatos y gremios principales y lo que queda de la sociedad civil no comprometida con este régimen.

Para que pueda haber diálogo con este gobierno, el mismo debe, en vez de hacer nuevas promesas de dudoso cumplimiento, contribuir al mejoramiento de una justicia independiente, municipios más eficaces, mejorar la seguridad pública, desmontar el clientelismo y la corrupción y el inicio de un proceso de verdadera austeridad, y la profesionalización de la administración pública, propiciar una reforma constitucional que fortalezca la real división de los poderes del Estado y leyes electorales que eviten la manipulación del poder, el transfuguismo y la compra de votos.

En cuanto al PRD, única gran fuerza capaz de oponer un valladar al despotismo rampante, éste debe transformarse para incorporar a nuevos sectores, prepararse para ganar en las elecciones congresionales y municipales del 2010, realizar gobiernos municipales ejemplares con dirigentes que actúen como representantes de una nueva camada de dirigentes que estén al servicio del pueblo y sus intereses fundamentales.

Solo cuando el Presidente deje su prepotencia y dé muestras claras de su vocación democrática en lo político, lo económico y lo social, tendrá autoridad para promover un diálogo constructivo, que no sea una burla más para el pueblo, y no imponer la “mayoría mecánica” del Congreso Nacional, como la definió cuando no estaba en sus manos esos cuerpos legislativos. Pero mucho me temo que ese no es el camino que escogió el Presidente, como muestra basta un botón: Ya restableció en toda su extensión la publicidad subliminal al Metro de Santo Domingo en la que se mezclan los ¡aleluyas! con la mención de su nombre, que a duras penas suspendió al fin la de campaña electoral ante las denuncias de su uso ilegal.

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